Lo Relativo y lo Absoluto.
Relatos de la Vida Diaria.

Rev. Yin Zhi Shakya

Por la Rev. Yin Zhi Shakya, OHY
Corrector: Fernando Valencia [Zheng chún] de Bogotá, Colombia.
 
Relato #5
Violetas - Foto por Jorge de la Torre

“Subhuti, si los Bodhisattvas dicen, “Las aflicciones de otras personas son removidas por mi enseñanza”, entonces éste es el ego religioso. Si ellos dicen, “He liberado a seres vivientes”, entonces esto es dominio. Incluso si ellos liberan a seres, pero tienen sujeto y objeto en la mente y el sentido del yo y del otro no es removido, ellos no pueden ser llamados Bodhisattvas. Si ellos exponen toda clase de métodos convenientes y oportunos, educando y liberando a los seres vivientes, sin ningún sujeto y objeto en la mente, entonces ellos son Bodhisattvas.”

- Tomado de Los Comentarios de Hui-Neng sobre el Sutra Diamante

 
Después de conducir el automóvil por más de dos horas, habíamos llegado al final de la estrecha, pendiente y serpenteada carretera que nos conducía a nuestro destino: un pequeño pueblecito llamado ‘Aibonito’ – el punto más elevado de la isla de Puerto Rico – también llamado ‘La Ciudad de las Flores’. Dice la leyenda que un día un ciudadano español o “un peninsular”, como comúnmente se les llamaba en Puerto Rico en la época de la Colonia, estaba observando la montaña y embriagado con la belleza del paisaje exclamó “¡Ay, qué bonito! Y de ahí el origen de su nombre.
 
Estábamos al borde de la carretera, en lo alto de la montaña, desde donde se divisaba la línea plateada del Río Asabón que descendía desde muy cerca del punto donde nos encontrábamos. Nos bajamos del automóvil para respirar el aire fresco de la mañana. Eran las nueve y media de un día de abril y el sol ya comenzaba a calentar sobre nuestras espaldas.
 
Cansados de estar sentados en el automóvil, nos bajamos y caminamos unos pasos divisando una gran piedra a la orilla de la carretera, donde podríamos sentarnos a descansar un rato en paz, estirar las piernas y tomar un poco de agua del termo que habíamos llevado en caso de emergencia.
 
Después de muchos años de ausencia, al fin estábamos de regreso en Puerto Rico. Allí habíamos vivido por un periodo de diez años, y tres de nuestros hijos habían nacido allí. Nos sentamos en la piedra a tomar agua y a coger fuerzas para seguir adelante con nuestro primer día de vacaciones. Estábamos felices.
 
Estando allí sentados, disfrutando en silencio del paisaje, escuchamos voces de alguien que venía caminando por la carretera. Por el tono de la conversación, parecía ser una madre discutiendo con su hijo. Más adelante, cuando pudimos divisarlos, observamos que era una señora de más o menos treinta y cinco años y un adolescente que estaría por los doce o trece años.
 
El muchacho decía:
 
– Pero mamá ¡siempre me estás sermoneando! Te pasas la vida diciéndome lo que tengo que hacer, no hay nada que me moleste más que ese sermón diario. ¡Te odio!
 
- Estás pasándote de la raya – replicó la mamá. Llegas tarde a casa sin permiso. Le contestas a tu padre como si no tuviera autoridad, y a mí me tratas muy mal. Yo soy tu madre, ¡óyelo bien! Yo soy tu madre... Y además de todo eso, quiero preguntarte algo, tu maestra me ha dicho que has estado faltando a la escuela... ¿Dónde te andas metiendo? ¿Estás en las drogas? ¿Qué andas haciendo vagando por ahí?
 
La señora se detuvo y comenzó a llorar. El muchacho continuó su camino riéndose y vociferando palabras obscenas.
 
Mi esposo y yo estábamos sorprendidos, no sabíamos que hacer, era un verdadero caos mental lo que esos dos seres estaban viviendo. Me vino a la mente, “¡Qué horrible es la vida en el samsara! ¡Qué triste es no ver la verdad!, y todo mi cuerpo se estremeció por un segundo. Inmediatamente después, una sensación de calma invadió mi cuerpo físico y mental. “Con la totalidad brillante de dhyana y prajna nunca pierdo mi ecuanimidad”, dijo el Maestro Zen Hsuan Chuen, y así mismo era.
 
Mi esposo se levantó y caminó hacia el joven que continuaba vociferando a medida que avanzaba hacia la curva de la carretera. Acto seguido, los vi desaparecer al final de la curva. Mientras tanto la señora continuaba llorando y parecía que estaba a punto de desmayarse. Me le acerqué y le dije:
 
- ¿Hay algo en que pueda ayudarla?
 
- No señora, gracias, es que no he sabido educarlo. ¡Ay bendito, se me ha ido de entre las manos! – me comentó.- Cálmese – le dije, ¿quiere un poco de agua?
 
Aceptó el agua con manos temblorosas y continuó:
- ¿Qué hago? ¿Qué hago? Míreme como estoy, hasta le pregunto a usted que no la conozco.
 
- No se preocupe – le dije, todos somos hermanos en esta tierra y aquí estoy para escucharla. Si quiere, cuénteme un poco más.
 
- No he sabido educarlo, no he sido buena madre, no tengo la menor idea cómo hacerlo y siento que es mucho mejor para mí morirme. Mi vida no tiene razón de ser. ¿Qué hago? Mi hijo me odia, no hay nada que hacer y lo peor de todo es que él está cogiendo por muy mal camino. Y mi esposo... a ese no le importa nada; en fin, no tengo a nadie que me ayude, ni siquiera con un consejo – replicó.
 
Parecía que realmente quería una ayuda, ‘un consejo’ como ella misma decía, una guía, y yo estaba lista para escucharla, así que le dije:
 
- Me dices que no has sabido educarlo y que no has sido una buena madre. Si de ahora en adelante comprendes lo que significa “la educación” quizás puedas enmendar esto, pensar correctamente, dirigir tu vida de forma que puedas obtener el control sobre tu mente, y así, salir de ese estado de angustia y sufrimiento en que te encuentras.
 
- No creo que eso sea posible – dijo.
 
- He escuchado lo que te ha dicho cuando venían discutiendo por la carretera, que siempre lo estás sermoneando, que no lo dejas vivir – le contesté.  Pero permíteme decirte que yo creo que eso es lo mejor que has podido hacer. El sermón es un arte, de pronto un arte perdido, sin embargo, bien utilizado es algo que va directo a lo más profundo de las personas. Cristo pronunció su Sermón de la Montaña, Buda cuando hablaba lo hacía en forma de sermón o enseñanza. Tú lo has estado haciendo desordenadamente, y sin querer has generado más caos. Pero de ahora en adelante espero que aprendas la técnica de los grandes sabios, de Cristo, de Buda, de Confucio y lo utilices correctamente.
 
- De Cristo no sé mucho - prosiguió ella, sólo sé que Él ya no puede arreglar mi vida, estoy metida en un hueco muy profundo, y el otro, Buda, ¿quién es y qué podría hacer por mí? ¿Es un gurú de esos que arreglan la vida de los demás por un módico precio? Nunca he creído en nada ni en nadie, pero ahora soy capaz de ir donde cualquier persona y a cualquier lugar para que me solucionen mis problemas y dirijan mi vida,  ya que yo misma no he sabido hacerlo, ni creo que sabré hacerlo. Esta vida es una basura.
 
- Te entiendo – le dije – pero esa no es la solución. En el Séptimo Mundo del Budismo Chan hay un párrafo 'muy verídico' que dice, "No podemos depender de espíritus errantes, de personas o de las estrellas para explicar y dirigir nuestros destinos. Las estrellas y los espíritus no pueden hacer lo que estamos obligados a hacer por nosotros mismos. Y con seguridad, no podremos liberarnos del sufrimiento si idolatramos a otro ser humano y le damos el poder de dirigir nuestra vida". Nuestra vida es nuestra responsabilidad y somos nosotros mismos los únicos que podemos tomar las decisiones sobre qué camino debemos seguir. Hay que armarse de valor, ser fuertes y enfrentar nuestros problemas.
 
Yo sabía que en la vida, las relaciones entre los seres humanos, así como las relaciones entre los seres humanos y el universo, no tienen valor ni significado sin una educación correcta. El Maestro Jy Din dice en su libro ‘Las Enseñanzas de Hsu Yun’ en el capítulo dos, “la disciplina es el fundamento sobre el que descansa la iluminación; y que la disciplina regula nuestro comportamiento y lo hace estable. Entonces la constancia se transforma en  firmeza y ésta es la que produce la sabiduría. Sin una educación y una disciplina adecuada, el ser humano sin comprender la ley de la causalidad, sin aceptar las normas de esa disciplina necesaria, sin mantener una fe inquebrantable en al existencia de su Yo Búdico y sin siquiera tener un método y mucho menos estar determinado a seguir alguno para tener éxito en la liberación de los sufrimientos, continua ignorante de su verdadera identidad y por lo tanto su conducta es errática y egoísta, sufriendo consecuentemente los resultados de sus pensamientos y actos “ignorantes y erróneos” por supuesto”. Así que comencé diciéndole:
 
- Ese Buda del que te hablé y del que ahora me preguntas, no es un gurú ni nadie que por un precio módico te puede ayudar; él fue un hombre que ofreció al mundo un ‘Camino’ para que aquel que lo transitara pudiera terminar con todo este sufrimiento y angustia por la que estás pasando, lo cual, en otras palabras, llamamos la vida en el ego, ese caos mental en el cual te encuentras.
 
- ¿Y dónde está ese ‘Camino’? ¿Cómo puedo llegar a él? ¿Existe de verdad? – replicó.
 
- Para poder transitar por este ‘Camino’, es importante entender la relación entre los seres humanos, y una vez que se entiende, se aprende a amar a las personas. El ejemplo es la mejor forma de enseñanza en cuanto a conducta se refiere. La importancia del respeto mutuo, o sea, la importancia de la tolerancia, solamente puede enseñarse a través del ejemplo.
 
- Es muy importante también entender la relación entre los seres humanos y el medio ambiente, y una vez que se entiende, se aprende a cuidar el medio ambiente y a apreciar cada cosa de nuestro entorno. Eso solamente puede enseñarse a través del ejemplo. La importancia de cuidar todo lo que se encuentra a nuestro alrededor, y la importancia de la ayuda a quien lo necesita y a lo que lo necesita es, en otras palabras, la verdadera  compasión.
 
- Y por último, es importantísimo entender la relación entre los seres humanos y el cielo, y una vez que se entiende, aprendemos a respetarnos a nosotros mismos y a los demás, porque en cada uno, comenzando por nosotros mismos, veremos al todo poderoso, o a tu Buda interno, o a tu Cristo salvador, él cual se encuentra en todos y cada uno de los seres vivientes. Esa es la instrucción que se ofrece a través de la educación, y que llega a cada uno de nosotros a través del ejemplo de un buen maestro, ya sean los padres o cualquier otra persona que sirva de modelo. José de la Luz y Caballero un conocido educador cubano dijo, “Instruir puede cualquiera; educar sólo el que sea un evangelio vivo. Y eso no es difícil si hay amor”.
 
- La paz individual, la paz de tu familia, y hasta la paz del mundo pueden ser logradas si la mente y el cuerpo están bien entrenados, la familia está bien orientada, y el país bien gobernado; y todo eso se hace a través de la educación y la disciplina, de esa auto-educación budista de la que te estoy hablando.

El Venerable Maestro Chin Kung dice, “Sufrimos porque nuestras mentes están llenas de pensamientos erráticos y preocupaciones que se derivan de la codicia, la cólera, la ignorancia y la arrogancia.”

 
- ¿Entiendes lo que te estoy tratando de decir? – le pregunté.
 
- ¿Quién eres tú? – respondió.
 
- Un caminante en el camino – le contesté. Alguien para quien es un verdadero placer escucharte y hablar contigo.
 
- ¿Y qué tengo que hacer? Ya había imaginado tirarme de un barranco, desaparecer... realmente no sé que hacer – me dijo.

Entonces escúchame – el Venerable Maestro Chin Kung dice en uno de sus trabajos: “Las enseñanzas de Buda contienen tres puntos principales: disciplina, meditación y sabiduría. La sabiduría es la meta; La meditación profunda o concentración es el proceso crucial para alcanzar la sabiduría; La disciplina alcanzada a través de observar los preceptos, es el método que nos ayuda a lograr la meditación profunda. Así se llega de forma natural a la sabiduría. La enseñanza completa de Buda como se transmite en los Sutras nunca se aparta de esos tres puntos”.

- Pero tengo tan poco tiempo para aprender, este problema se me ha salido de las manos, ni siquiera sé quién eres y ya es tarde. Mi hijo se ha ido y no estoy preparada para enfrentar la situación con las pocas palabras que me has dicho. Has abierto en mí un camino, pero necesito ayuda para caminarlo. ¿Dónde vives? ¿Dónde puedo conseguirte? ¿Dónde estarás mañana? ¿Qué hago... qué hago? – me dijo compungida y con apremio.
 
Entonces le dije – nadie puede hacer por ti el trabajo que debes y tienes que hacer por ti misma. Esto no es un problema para que alguien te saque del atolladero. Eres tú y solamente tú la única persona que puede solucionarlo, por así decirlo, porque eres tú la que está mirando el cuadro con los lentes equivocados. Alguien dijo, “Nada es verdad ni es mentira, todo es según del color del cristal con que lo miras”. Y eso es lo que aquí está pasando.
- ¿Y que lentes me pongo entonces? – preguntó.
 
- Si me permites decirlo, lo que necesitas son los lentes de la mente búdica que es imparcial, a través de los cuales has de mirar el problema o los problemas, no desde tu punto de vista, con tu susceptibilidad, egoísmo, apego y atribuyéndote toda la culpa o parte de ella. Tú y tu hijo se necesitan mutuamente para crecer en la comprensión y en el entendimiento, para poderse liberar de este sufrimiento del que se culpan mutuamente y de esa misma forma, liberar a todos los que tengan contacto con ustedes en cualquier forma. El amor es contagioso, cuando se libera continua expandiéndose infinitamente.
 
Has de hablarle con firmeza y a la vez con amor. Pero sobre todo tienes que tranquilizar tu mente, aplacarla. Todo va a salir bien, ya verás. Todas las soluciones llegan a su debido tiempo cuando verdaderamente son buscadas con honestidad, sin recelos y con una mente abierta para poder recibirlas, analizarlas y aplicarlas. Este será ahora tu trabajo.
 
Antes de irme te voy a dar un libro que traje conmigo y que quiero que lo aceptes como un regalo y lo leas detenidamente; se llama ‘Las Enseñanzas de Xu Yun’ o ‘Nube Vacía’. Son las enseñanzas de las que te hablé y la forma de ponerlas en práctica. Léelo, aplícalo y verás.
 
Cada individuo se comunica con ‘Dios’ a su manera.  Pero todos, absolutamente todos, si de verdad quieren una respuesta de ‘Ese Dios’, tienen que dirigirse a su interior, ‘a su cámara interna’, ya que, "Dios es visto cuando la mente está tranquila. Cuando los mares mentales están agitados por los pensamientos de los deseos, no pueden reflejar a Dios. Sabes, a la mente no le gusta desprenderse de sus creencias”. Así que para tranquilizar esa mente loca, es necesaria la meditación.
 
- ¡Cuánto la necesito! – exclamó. Parecía mucho más calmada. En eso aparecieron al borde de la carretera mi esposo y su hijo; los dos venían caminando con un refresco en la mano y parecía que los ánimos estaban mucho más calmados.
 
Mi esposo les preguntó si querían que los dejáramos en su casa y contestaron que no, que muchas gracias por el ofrecimiento. Entonces subimos al automóvil y nos alejamos para continuar con nuestras vacaciones. Miré hacia atrás por el cristal y los vi caminando cogidos de la mano. No sé que habrá pasado después, pero estoy segura que algo había sucedido ahí, en ese momento, una energía maravillosa me envolvió dándome seguridad.
 
Para terminar el relato, los dejo con dos estrofas pertenecientes al Himno a la Iluminación del Maestro Zen Hsuan Chuen y el poema del Gran Maestro Hsu Yun “El Perro Ladrador”. Quizás después de leerlos puedan darle un significado más exacto a esta narración.
 
“En la multiplicidad del mundo relativo,
No puedes encontrar tal libertad.”
 
“Si el sol llega a enfriarse, y la luna a calentarse,
La maldad no puede quebrantar la verdad.”
 
 
Y con las mismas palabras del Gran Maestro Zen, Hsu Yun en su poema  ‘El Perro Ladrador’:
 
Subimos al cerro por simple placer.
No necesitábamos empaquetar más vino.
Se abrieron, risueñas, las flores del precipicio.
En el río los sauces se mostraban radiantes.
Con la llovizna el humo del pueblo se congeló, se ocultó.
El viento era suave y la hierba estaba húmeda.
Entre los matorrales de los árboles, sorprendidos,
Escuchamos de pronto el ladrar de un perro.
Quería que supiéramos que el Maestro estaba alerta.
 
 
Rev. Yin Zhi Shakya, OHY
Martes, 05 de febrero de 2002
 
 
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