Hortensia De la Torre


CARTAS SOBRE YOGA

por

Sri Aurobindo


Tomo I, Sección IV

LA RAZON, LA CIENCIA Y EL YOGA

CONTINUACIÓN

 

 

Eso nos lleva derecho a la pregunta hecha por el Profesor Sorley, ¿Cuál es la relación de la experiencia mística o espiritual y si es verdad, como se sostiene o afirma, que el místico debe, aceptar el intelecto como un juez, para la validez de su experiencia por si misma o para la validez de su expresión? Está muy claro, que en la experiencia misma, el intelecto no puede imponer sus límites o sus leyes, en un trabajo en el cual el objetivo en si, el principio y el asunto, es ir más allá del dominio de las reglas ordinarias de la tierra y los sentidos de la inteligencia mental. Es como si me hubieran dicho que escalara una montaña con mis pies atados a una soga a la tierra, o que volara con la condición que mantuviera mis pies sobre la tierra mientras lo hago. Podría ser la cosa más segura el caminar sobre la tierra, estar en tierra firme siempre y el ascender con alas, o de otra forma se podría arriesgar uno a un colapso y a toda clase de accidentes por error, ilusión, extravagancia, alucinación, o qué podríamos decir – las consecuencias normales de un intelecto positivo que camina sobre la tierra, en vez de la experiencia mística; pero tengo que arriesgarme si quiero hacer todo eso. El intelecto razonador se basa él mismo en la experiencia normal del hombre y en los trabajos de la percepción y los conceptos de las cosas externas en la superficie, que está siempre a su conveniencia ya que trabaja solamente sobre la base mental formada por las experiencias de la tierra y su información o data acumulada (organizada por el análisis y uso de la razón). El místico va más allá, en una región donde la base mental se retira , donde esa data es sobrepasada y donde hay otra ley y otro canon de percepción y conocimiento. Su empresa completa es pasar a través de esos límites a otra consciencia que mira todas las cosas en una forma diferente, y aunque esta nueva consciencia puede incluir data de la inteligencia externa ordinaria ella no puede ser limitada por ella u obligada ella misma a ver desde el punto de vista intelectual o a estar de acuerdo con su forma de concebir, razonar y establecer una interpretación de las experiencias. Un místico que entra en el dominio de lo oculto o del espíritu con el intelecto como su sola guía o luz suprema, arriesgaría el no ver nada o solamente llegar a una realización mental ya entregada a él anteriormente, por la especulación del pensador espiritual.

No hay duda que hay una fuerza de pensamiento espiritual en la India que se compromete con la demanda intelectual moderna y admite la Razón como el juez supremo, pero ellos hablan de una razón que con el tiempo se prepara para comprometerse y a aceptar la data de la experiencia espiritual como válida por si misma (per se). Eso, en un sentido, es justamente lo que lo filósofos Indios siempre han hecho; porque ellos han tratado de establecer generalizaciones inferidas de las experiencias espirituales en la luz del razonamiento metafísico, pero en las bases de esa experiencia y con la evidencia del buscador espiritual como una prueba de grado supremo mucho mayor que la especulación o experiencia intelectual. En esa forma, la libertad de experiencia espiritual y mística es preservada, el razonamiento intelectual llega solamente en segundo lugar como un juicio de las afirmaciones generalizadas surgidas de la experiencia. Esto es, yo presumo, algo semejante a la posición del Profesor Sorley – el admite que la experiencia misma es del dominio del Inefable, pero tan pronto como yo comienzo a interpretarla y a declararla, caigo en el dominio de la mente pensante, uso sus términos y formas de pensamiento y expresión y debo aceptar el intelecto como juez. Si no lo hago, estoy empujando la escalera por la cual he subido – a través de la mente hacia Más Allá de Ella – quedándome en el aire sin ningún sostén. No está verdaderamente claro si la verdad de mi experiencia misma está supuesta a invalidarse por esta posición en el aire sin soporte, pero de cualquier manera ella permanece algo alejada e incomunicable, sin ayuda o sin consecuencias para el pensamiento o la vida. Hay tres proposiciones unidas que podemos admitirlas y tomarlas como base. La primera es, que la experiencia espiritual es en si misma y sin duda alguna, superior a la Mente, es inefable, y presumo, impensable. La próxima es, que en la expresión, y la interpretación de la experiencia usted está obligado a retroceder al dominio de la consciencia que dejó atrás, y por lo tanto debe atenerse a sus juicios, aceptar sus términos y cánones de su ley, y someterse a su veredicto; usted ha abandonado la libertad del Inefable y él ha dejado de ser su señor. Y por último, la verdad espiritual puede ser una verdad en si misma y en su propia expresión, pero cualquier declaración acerca de ella es propensa a errar, y ahí, el intelecto es el único juez.

Yo no pienso que estoy preparado a aceptar ninguna de esas declaraciones como son completamente. Es verdad que la experiencia espiritual y mística lo transporta a uno al dominio de La Otra Mente (y también La Otra Vida) y entonces Más Allá de la Mente; es verdad también, que la Verdad última se describe como, impensable, inefable e inalcanzable – la palabra no puede describirla ni la mente puede llegar a ella; yo puedo observar que es así para la mente humana pero no para ella misma – porque para ella misma se describe como consciente de si misma, en alguna forma de conocimiento supramental y de sabiduría eternamente consciente de si misma. Y aquí la cuestión no es la realización última del Inefable final que, de acuerdo con muchos, solamente puede ser alcanzado en un trance supremo, Samadhi, retirándose de todo lo mental exterior u otra consciencia; sino la experiencia en un silencio luminoso de la mente que observa en la infinitud del último silencio ilimitable en el cual ella (la mente) va a trascender y desaparecer, pero antes de esa experiencia indescriptible del Final o la desaparición en ese silencio, es posible un descenso de por lo menos algún Poder o Presencia de la Realidad en la sustancia de la mente junto con una modificación de esa sustancia - mente y una iluminación de ella; y de esta experiencia una expresión de alguna clase; es posible un rendimiento de los pensamientos, por lo que puedo comprender. O supongamos que el Inefable y Desconocido puede tener representaciones o aspectos de él que no son enteramente impensables e inefables.

Si eso no fuera así, todo el valor de la verdad y experiencia espiritual sería imposible. Cuando más, uno puede especular acerca de eso, pero eso sería una actividad vacía, sin sostén o data, una mera manipulación de todas las posibles ideas de lo que puede ser él Supremo y el Último. Aparte de eso, podría haber solamente una cierta transición responsable de una forma u otra de la consciencia a una Superconsciencia incomunicable. Eso es verdaderamente lo más que la búsqueda mística realmente alcanza en Europa y la India. Los Cristianos místicos hablaron de una oscuridad total, una oscuridad completa e intocable por cualquiera de las luces mentales, a través de la cual uno debe pasar al Inefable luminoso. Los Sanyasis de la India buscaban desprenderse de la mente completamente pasando a un trance sin pensamiento, desde el cual, si uno regresa, no puede traer ninguna comunicación o expresión de lo que hay allí, excepto una cierta remembranza de una existencia y bienaventuranza desconocida.

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Yo he leído el artículo de Leonard Woolf, pero no me propongo hablar de él en mis comentarios sobre la carta del Profesor Sorley – porque aparte de la denuncia ignorante y la sátira barata de que se habla, no hay nada más en su declaración del caso en contra del pensamiento o la experiencia espiritual; su razonamiento es superficial y brota de un total malentendido del ejemplo de los místicos. Hay cuatro argumentos principales que él expone en contra de eso, y ninguno de ellos tiene valor.

Argumento número uno. El misticismo y los místicos siempre han surgido en tiempos de decadencia; de la decadencia de la vida y su ruidosa charlatanería que es uno de sus síntomas. Este argumento es absolutamente falso. En el Este, los grandes movimientos espirituales ha surgido en la vida y la cultura de los pueblos cuando han estado en su apogeo, dándose ellos mismos un poderoso impulso de expresión y riqueza a sus pensamientos, a su Arte y a su vida; en Grecia los místicos y los misterios estaban allí en el principio prehistórico y en el medio (Pitágoras fue uno de los grandes místicos) y no solamente en la decadencia y la declinación; los cultos místicos florecieron en Roma cuando su cultura estaba en el pináculo; muchas grandes personalidades espirituales de Italia, Francia, y España surgieron de una vida rica y vivida que no tenía nada que ver con la decadencia. Esta precipitada y estúpida generalización no es verdad y por lo tanto no tiene ningún valor.

Argumento número dos. Una experiencia espiritual no puede tomarse como una verdad (es una quimera) a menos que se pruebe justamente como la presencia de una silla en el próximo cuarto puede ser probada enseñándosela a los ojos (mirándola). Por supuesto, una experiencia espiritual no puede ser probada en esa forma, porque no pertenece al orden de las verdades físicas y no es visible o tocable físicamente. La proposición del escritor equivaldría a esto, eso solamente que es o puede fácilmente ser evidente a todo el mundo sin ninguna necesidad de entrenamiento, desarrollo, equipo o descubrimiento personal que es aceptado como verdad. Esta es una posición que si es aceptada, confinaría al conocimiento o la verdad a unos límites muy estrechos y se desprendería de una gran cantidad de cultura humana. Una paz espiritual – la paz que va más allá de todo entendimiento – es una experiencia común de los místicos de todo el mundo, es una verdad pero una verdad espiritual, una verdad del invisible y cuando uno entra en ella o ella entra en uno, uno sabe que es una verdad de la existencia y que está ahí todo el tiempo detrás de la vida y las cosas visibles. Pero, ¿cómo voy a probar estas verdades invisibles al Sr. Leonard Woolf? Él viraría la espalda diciendo que, ésta es la charlatanería común de la decadencia, y continuaría su camino despreciativamente – quizás para escribir otro artículo hábilmente vacío sobre algún asunto del cual, él no tiene ningún conocimiento o experiencia personal.

Argumento número tres. Las generalizaciones basadas en la experiencia espiritual son tanto irracionales como improbables. ¿Irracional en qué sentido? ¿Son ellas meramente tontas e inconcebibles, o pertenecen a la experiencia de orden supra racional al cual los cánones intelectuales ordinarios no aplican porque ellos están fundados en el fenómeno como aparece a la mente externa y a los sentidos y no a la realización interior que sobrepasa esos fenómenos? Ese es el argumento de los místicos y no puede ser eliminado solamente diciendo que esas generalizaciones no están de acuerdo con la experiencia común y por lo tanto ellas no tienen sentido y son falsas. Yo no asumo la defensa de todo lo que Joad o Radhakrishnan puedan haber escrito – como la declaración de que "el universo es bueno" – pero no puedo admitir acerca de muchas de estas declaraciones condenadas por el escritor, que ellas son irracionales completamente. La "Integración de la Personalidad" puede que no tenga ningún significado para él, pero tiene un muy claro significado para mi, porque es la verdad de la experiencia – dado que hay en nuestro ser no solamente una parte consciente sino una inconsciente o subconsciente o indefinible escondida y no es imposible, el llegar a ser consciente de ambas y hacer alguna clase de integración. Transcenderlas a ambas también puede tener un significado racional si admitimos que, como hay una parte subconsciente también puede haber una parte super consciente en nuestro ser; armonizar partes diferentes de nuestra naturaleza o nuestra experiencia no es nada ridículo ni tampoco es una frase sin significado. No es absurdo decir que la doctrina del Karma armoniza el determinismo y el libre albedrío, dado que eso supone que nuestra propia acción pasada y por lo tanto nuestra voluntad pasada determina en gran medida los resultados presentes, pero no de manera que excluya una voluntad presente modificándolos y creando una determinación nueva de nuestra existencia que aún no ha llegado a ser. La frase acerca del valor del mundo es verdaderamente comprensible cuando vemos que ella se refiere a un valor progresivo, no determinado por la experiencia buena o mala de ese momento, un valor de una existencia desarrollándose a través del tiempo y considerada como un todo. Y acerca de la declaración de Dios, no tiene significado si se usa en conección con la idea superficial del Divino corriente en la religión popular, pero es un resultado perfectamente lógico de la premisa de que hay un Infinito y Eterno que se manifiesta en si mismo en el Tiempo y cosas que son finitas fenomenalmente (conocidas o derivadas a través de los sentidos). Uno puede aceptar o rehusar esta idea compleja del Divino que está fundada en coordinación con la información de la larga experiencia espiritual pasada por miles de buscadores de todos los tiempos, pero yo fallé en ver por qué ella debería ser considerada irrazonable. Si es porque quiere decir "tenerla no solamente en ambas formas sino en cada forma", no veo por qué eso debería ser tan reprensible e inadmisible. Puede haber, después de todo, una visión y consciencia de las cosas sintética y global que no es limitada por las oposiciones y divisiones de una mera inteligencia analítica y selectiva o criticadora /separativa.

Argumento número cuatro. El alegato de la intuición es solamente una cubierta para disimular la inhabilidad de explicar o establecer, a través del uso de la razón – la razón de Joad y Radhakrishnan, y refugiarse en la intuición donde su razonamiento falla. ¿Puede el asunto ser resuelto en una forma tan fácil y perspicaz? La verdad es que lo místico depende de un conocimiento y una experiencia interna; pero si él filosofa, el debe tratar de explicar a la razón, aunque no necesariamente siempre usando la razón para ello, qué es lo que él ha visto que le parece que es la verdad, o qué es lo que él cree que sea la verdad. Él no puede, sino decir, "Yo estoy explicando una verdad que está más allá del fenómeno exterior y la inteligencia que depende de eso; esa verdad realmente depende de cierta clase de experiencia directa y el conocimiento intuitivo que llega de ella; y no puede ser comunicada adecuadamente por símbolos apropiados al mundo del fenómeno exterior, y todavía estoy obligado a hacer lo mejor que pueda con eso para ayudarme hacer alguna declaración que sea aceptable intelectualmente para ustedes." Por lo tanto, no hay una astucia malvada o deshonesta en usar metáforas y símbolos con cautela, "como fue hecho", en el símil del enfoque, que seguramente no tuvo por objeto usarse como un argumento sino como una imagen de sugerencia. Puedo observar claramente, que el escritor mismo se refugia en la metáfora frecuentemente, comenzando con el chachareo o la charlatanería, y Joad pudo muy bien responder que el hizo eso para condenar el lado opuesto, mientras eludía la necesidad de una rimbombante respuesta filosófica a la filosofía que a él no le gusta y repudia. Una intensidad de creencia no mide la verdad, ni tampoco es una intensidad de la no creencia, una medida correcta.

Y acerca la naturaleza real de la intuición y su relación con la mente intelectual, esa es verdaderamente otra cuestión mucho más larga y compleja, que no puedo tratar aquí de ella. Yo me he restringido a mi mismo para decir que este artículo es una crítica superficial e inadecuada. Se puede hacer un caso acerca de la experiencia espiritual y la filosofía espiritual y sus posiciones, pero para merecer una respuesta seria, debe ser expuesta, por un defensor mejor, debiendo tocar el centro del problema que se expone aquí. Al igual que hay una categoría de hechos los cuales están disponibles a nuestros sentidos como los mejores, pero que son unas guías imperfectas; también hay una categoría de verdades que nosotros podemos buscar, por la luz sutil pero todavía imperfecta, de nuestra razón, y de acuerdo con los místicos hay una categoría de verdades más sutiles que sobrepasan el alcance de ambos, los sentidos y la razón, pero que puede ser descubierta con certitud por un conocimiento interno y directo, y una experiencia directa. Estas verdades están más allá de los sentidos, pero no por eso, son menos reales: ellas tienen resultados inmensos sobre la consciencia cambiando su sustancia y movimientos, trayendo especialmente una paz profunda y un gozo o regocijo permanente, una gran luz de visión y conocimiento y una posibilidad de superar la naturaleza animal baja, en vista a un desarrollo propio espiritual, que sin ellas no pueden existir. Una nueva posibilidad de las cosas florece, la cual trae con ella, si se persigue completamente hasta lograr sus consecuencias, una gran liberación, una armonía interna, una unificación – y muchas otras posibilidades además. Estas cosas son verdades y han sido experimentadas por una pequeña minoría de la raza humana, pero todavía ha habido una multitud independiente que ha sido testigo de ellas en todos los tiempos, climas y condiciones, entre los que se encuentran algunas de las grandes inteligencias del pasado y algunas de las figuras más sobresalientes del mundo. ¿Deben estas posibilidades ser condenadas inmediatamente como quimeras porque ellas no solamente están más allá del hombre promedio de la calle, sino también que son difíciles de lograr inclusive por muchos intelectos cultivados o porque su método es más difícil que el ordinario sentido de la razón? Si hay alguna verdad en ellas, ¿no existe esta posibilidad abierta por ellos para descubrir un alcance superior de auto descubrimiento y descubrimiento del mundo por el alma humana? En su mejor, si son tomadas como verdad, eso es lo que debe de ser (una verdad) – en su peor, tomadas solamente como una posibilidad, como todas las cosas logradas por el hombre han sido solamente posibilidades en sus etapas tempranas, es una gran aventura, y puede bien ser, la más fructífera de todas.

 

Cartas sobre Yoga por Sri Aurobindo
Tomo I, Sección IV - La Razón, la Ciencia y El Yoga
Traducido por Hortensia De la Torre.

 

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