Capítulo (8): El Ser Gnóstico
 
 
La dificultad en entender y describir la naturaleza supramental está en el hecho o en la realidad de que esencialmente, es la consciencia y el poder del Infinito.

 

A medida que alcanzamos en nuestro pensamiento el punto en donde la evolución de la mente pasa de la mente suprema a la supermente, nos encontramos con una dificultad que es casi una imposibilidad. Porque estamos impulsados a buscar por una idea precisa, alguna descripción mental clara de la existencia supramental o gnóstica, la cual, la Naturaleza evolutiva en la Ignorancia no la tiene; pero al llegar a este punto de la mente sublimada, la consciencia pasa fuera de esa esfera, excede la acción característica y escapa del alcance de la percepción y el conocimiento mental. . . Nuestra percepción o imaginación normal o formulaciones de las cosas espirituales y mundanas es mental, pero en el cambio gnóstico la evolución llega a un punto más allá en el cual hay un reverso de consciencia supremo y radical, y las normas y formas del conocimiento mental ya no son suficientes: es difícil para el pensamiento mental entender o describir la naturaleza supramental.

 

La naturaleza Mental y el pensamiento mental están basados en una consciencia de lo finito; la índole de la naturaleza supramental es la consciencia y el poder del Infinito. La Naturaleza Supramental lo ve todo desde el punto de vista del Uno y a pesar de todas las cosas, inclusive la gran multiplicidad, la diversidad y lo que es para la mente las grandes contradicciones, en la luz de ese Uno, su voluntad, sus ideas, sus sentimientos, sus percepciones, están hechos de la composición de ese Uno, y sus acciones prosiguen sobre esas bases. Por el contrario, la Naturaleza Mental, piensa, ve, desea, siente y percibe con la división como punto de partida y tiene solamente un conocimiento construido de la unidad; inclusive cuando experimenta esa unidad, tiene que actuar desde esa unidad en las bases de la limitación y la diferencia. Pero lo supramental, la vida divina, es una vida de unidad esencial, espontánea e inherente. Es imposible para la mente prever en detalle como debe de ser el cambio supramental en las acciones de la vida y en la conducta, o imaginarse que formas el cambio creará en el individuo o en la existencia colectiva.

 

Uno puede, no obstante, describir de una forma general el sendero de la Mente Suprema a la Supermente y formarse una idea de la existencia supramental en sus pasos iniciales.

 

Este sendero es la etapa en la cual la supermente gnóstica puede tomar la dirección de la evolución desde la mente suprema y construir las primeras bases de sus propias manifestaciones características y actividades develadas; eso debe marcado, por lo tanto, por una transición decisiva y largamente preparada desde una evolución en la Ignorancia a una evolución constantemente progresando en el Conocimiento. No será una revelación y ejecución repentina de la Supermente absoluta y el ser supramental de como ellos son en su propio plano, la rápida revelación de una consciencia - verdad siempre autosuficiente y completa en el conocimiento de sí misma; será el fenómeno del ser supramental descendiendo en un mundo del llegar a ser y formarse a sí mismo evolutivamente, desplegando los poderes de la gnosis en la naturaleza terrestre.

 

[Esta revelación] puede asumir la fórmula de una existencia consciente de la verdad (consciencia - verdad) basada en un conocimiento inherente, pero al mismo tiempo poseyendo en ella misma la naturaleza mental, la naturaleza de vida y el cuerpo material. Porque la supermente como la consciencia verdadera del Infinito tiene en su principio dinámico el poder infinito de una propia determinación libre. Ella puede tener todo el conocimiento en ella misma y todavía seguir adelante formulando solamente lo que se necesita en cada etapa de una evolución; ella formula lo que esté de acuerdo con la Voluntad Divina en manifestación, y con la verdad de la cosa que ha de ser manifestada. Es por este poder, que es capaz de parar su conocimiento, esconder su propio carácter y ley de acción, y manifestar la mente suprema, y debajo de esa mente suprema un mundo de ignorancia en el cual la voluntad del ser en su superficie no sabe, e inclusive se pone ella misma, debajo del control de una Nesciencia permeable. Pera en esta nueva etapa, el velo que se ha puesto a voluntad, será alzado.

 

El ser supramental o gnóstico será la consumación perfecta del hombre espiritual.

 

En la Ignorancia uno está allí primeramente para crecer, para saber y para hacer, o, más exactamente para crecer en algo, para llegar por el conocimiento a algo, para lograr algo. En la imperfección nosotros no tenemos ninguna satisfacción de nuestro ser, debemos por fuerza luchar con laboriosidad y dificultad para crecer en algo que no somos; ignorantes y cargados con una consciencia de nuestra ignorancia, tenemos que llegar a algo por el cual podemos sentir que sabemos; limitados con la incapacidad, tenemos que ir en la búsqueda de la fuerza y el poder; afligidos con una consciencia de sufrimiento, tenemos que tratar de obtener algo que nos dé placer, o sujetar alguna realidad de la vida que nos satisfaga. Mantener la existencia es, definitivamente, nuestra primera ocupación y necesidad, pero es solamente un punto de partida: porque el mero mantenimiento de una existencia imperfecta restringida con el sufrimiento no puede ser suficiente para ser la meta de nuestro ser; la voluntad instintiva de nuestra existencia, el placer de la existencia, que es todo lo que la Ignorancia puede hacer de nuestro Poder y Ananda, tiene que ser ayudado por la necesidad de hacer y llegar a ser. Pero, que hacer y que llegar a ser no está claro para nosotros; obtenemos el conocimiento que podemos, el poder, la fuerza, la pureza que podemos, la delicia que podemos y llegamos a ser lo que podemos. Pero nuestras metas y nuestros esfuerzos hacia esos logros y lo poco que nosotros lo podemos sostener como nuestras ganancias se torna en una trampa por la que estamos limitados; estas son las cosas que llegan a ser para nosotros el objeto de nuestra vida: conocer nuestras almas y ser nosotros mismos, lo que debe ser la base de nuestra forma verdadera de ser, es un secreto que se nos escapa en nuestra preocupación con el aprendizaje externo, con nuestras construcciones de conocimiento externo, con el logro de una acción externa y con las delicias y los placeres externos. El hombre espiritual es el que ha descubierto su alma: el se ha encontrado a sí mismo y vive en eso, es consciente de eso, tiene el disfrute de eso; él no necesita nada externo para tener su existencia completa. El ser gnóstico comenzando desde estas nuevas bases recoge nuestro ignorante llegar a ser y lo cambia en una manifestación del conocimiento mismo del ser, todo el poder y la acción, en un poder y acción de la fuerza misma del ser; toda la delicia, en la delicia universal de la existencia propia. El apego y las limitaciones se irán, porque en cada paso y en cada cosa habrá la satisfacción completa de la existencia misma, la luz de la consciencia iluminándose o satisfaciendo sus propios requerimientos, el éxtasis de la delicia de la existencia encontrándose a sí misma. Cada etapa de la evolución en el conocimiento será un desdoble de este poder y voluntad del ser y la felicidad de realizarlo; una ayuda libre para llegar a ser por la habilidad del Infinito, la gloria de Brahman, la luminosa ratificación de la Trascendencia.

 

La gnosis es el principio efectivo del Espíritu, el dinamismo más alto de la existencia espiritual. La gnosis individual podría ser la consumación del hombre espiritual; su manera de ser completa, el pensamiento, el vivir, el actuar, sería gobernado por el poder de una vasta espiritualidad universal. Toda la trinidad del espíritu sería real a su consciencia propia y realizada en su vida interna. Toda su existencia sería fundida en el Uno con el Yo y el Espíritu trascendente y universal; toda su acción se originaría de una obediencia al gobierno del Yo y el Espíritu supremo y divino de la Naturaleza. Toda la vida tendría para él, el sentido de la Consciencia del Ser, el Purusha interior, encontrando su propia expresión en la Naturaleza; su vida y todos sus pensamientos, sentimientos y actos estarían llenos para él con ese significado, y construido sobre las bases de su realidad. Él sentiría la presencia de lo Divino en cada centro de su consciencia, en cada vibración de su fuerza-vida, en cada célula de su cuerpo. Al trabajar con su energía y su poder que es la Naturaleza, él estaría consciente del trabajo del supremo Mundo - Madre, la Supernaturaleza; el vería su ser natural como el llegar a ser y la manifestación del poder del Mundo - Madre. En esta consciencia el viviría y actuaría en una libertad completa y trascendente, un completo regocijo del espíritu, una completa identidad con el yo cósmico y una espontánea simpatía con todo en el universo. Todos los seres serían para él su propio ser, todas las formas y poderes de consciencia serían sentidas como las formas y poderes de su propia universalidad. Pero en esa inclusive universalidad no habría límites para poderes inferiores, ni separación de su propia verdad suprema: porque esta verdad abrazaría toda la verdad de las cosas y guardaría cada una en su propio lugar, en relación con la armonía de la diversificación, - no admitiría ninguna confusión, choque o discordia, trasgresión de límites ni ninguna distorsión de las diferentes armonías que constituyen la armonía total. Su propia vida y la del mundo sería para él como una obra maestra de arte; sería como la creación de un genio infalible cósmico y espontáneo en su trabajo en una orden multitudinaria. El individuo gnóstico estaría en el mundo y sería del mundo pero también lo excedería, trascendiendo su consciencia y su vida, mucho más arriba del mismo; el sería universal pero libre en el universo, individual pero sin los límites de una individualidad separatista. La Verdadera Persona no es una entidad separada, su individualidad es universal; porque él individualiza el universo: es al mismo tiempo una manifestación divina en un aire espiritual de infinitud trascendental, es como una nube altísima que pasa más arriba de la cumbre sin siquiera rozarle; porque él individualiza la Trascendencia divina.

 

La ley de la Supermente es la unidad efectuándose en la diversidad; la unidad no implica uniformidad.

 

La raza gnóstica o supramental de seres no sería una raza hecha de acuerdo con un solo tipo, y moldeada en un patrón fijo; porque la ley de la supermente es la unidad efectuándose en la diversidad, y por lo tanto habría una diversidad infinita en la manifestación de la consciencia gnóstica aunque esa consciencia sería todavía, una en su base, en su constitución, en su revelación completa y en todo el orden de la unidad. . . En la misma raza supramental, en la variación de sus grados, el individuo no sería apartado de acuerdo con un solo tipo de individuo; cada uno sería diferente del otro, una formación única del Ser, aunque uno con todo el resto, en la base del mismo yo, y en el sentido de la unidad y el principio de su ser.

 

En los grados o niveles bajos del ser gnóstico, habrá una limitación en su expresión de acuerdo con la variedad de su naturaleza, una perfección limitada para formular algunas partes, elementos o armonía combinada de elementos de alguna Totalidad Divina, una selección restringida de poderes desde la forma cósmica del Uno infinito múltiple. Pero en el ser supramental esta necesidad de la limitación de la perfección desaparece; la diversidad no estaría segura por la limitación sino por una diversidad en el poder y la matriz de la Supernaturaleza: el ser completo y la naturaleza completa se expresarían ellos mismos de una forma diversa e infinita; porque cada ser sería una nueva totalidad, una nueva armonía, una propia y única ecuación del Ser Único. Lo que sería expresado o emitido en cualquier momento dependería no de la capacidad o la incapacidad, sino lo que el Espíritu mismo en su dinámica seleccionaría, en las delicias de su misma expresión, en la verdad de la voluntad Divina y el regocijo de ella misma en lo individual y subordinadamente en la verdad de las cosas que tienen que ser hechas a través del individuo en la armonía de la totalidad. Porque el individuo completo es el individuo cósmico, dado que solamente cuando tomamos el universo en nosotros mismos - y lo trascendemos - nuestra individualidad puede esta completa.

 

El ser supramental realizará o se dará cuenta de la armonía de su yo individual con el Yo cósmico, de su voluntad y acción individual con la Voluntad y Acción cósmica.

 

El ser supramental en su consciencia cósmica mirando y sintiendo todo como él mismo, actuaría en ese sentido; el actuaría en una consciencia universal y en una armonía de su yo individual con el Yo total, de su voluntad individual con la voluntad total, de su acción individual con la acción total. Porque lo que más sufrimos de nuestra vida exterior y sus reacciones en nuestra vida interior es la imperfección de nuestras relaciones con el mundo, nuestra ignorancia de los otros, nuestra desarmonía con todo, nuestra incapacidad para equilibrar nuestras demandas al mundo con las demandas del mundo para nosotros. Hay un conflicto – un conflicto en el que no parece haber ninguna solución excepto un escape de ambos mundo y de uno mismo - entre nuestra propia afirmación y un mundo en el cual tenemos que imponer esa afirmación, un mundo que parece ser muy grande para nosotros y pasa indiferente sobre nuestra alma, mente, vida, y cuerpo barriendo todo en su curso hasta llegar a su meta. La relación de nuestro curso y meta con la del mundo no es aparente o clara para nosotros, y para armonizarnos con él, tenemos que, o enfocarnos en él y subordinarlo a nosotros, o suprimirnos a nosotros mismos y subordinarnos a él, o de otra manera, lograr un difícil balance entre esas dos necesidades que tiene la relación del destino personal individual y la totalidad cósmica y su propósito oculto. Pero para el ser supramental viviendo en una consciencia cósmica esa dificultad no existiría, dado que él no tiene ego; su individualidad cósmica conocería las fuerzas cósmicas y sus movimientos y significados como parte de él mismo, y la consciencia - verdad en él vería la relación correcta en cada paso encontrando la expresión dinámica correcta de cada relación.

 

Porque en verdad, ambos, el individuo y el universo son expresiones simultáneas e interrelacionadas del mismo Ser trascendente. . .

 

Uno en él mismo y con el todo, el ser supramental buscará la delicia de la propia manifestación del Espíritu en él mismo pero también igualmente la delicia de lo Divino en el todo: tendrá el regocijo cósmico y será un poder para traer la bienaventuranza del espíritu, y el regocijo del ser a otros; porque su regocijo y alegría será parte del propio regocijo de su existencia. El estar ocupado con el bien de todos los seres, el hacer el regocijo y la tristeza de otros los de uno mismo ha sido descrito como un signo del hombre espiritual liberado y realizado. El ser supramental no tendrá necesidad de un anonimato altruista de sí mismo, dado que esta ocupación será íntimamente relacionada con su propia realización, la realización del Uno en todo, y no habrá contradicción o lucha entre su propio bien y el de los demás; ni el tendrá ninguna necesidad de adquirir la condolencia universal tomando él mismo las alegrías y las tristezas de las criaturas en la Ignorancia; su condolencia o simpatía cósmica será parte de su verdad innata del ser y no dependerá de la participación personal en una alegría limitada y un sufrimiento; el trascenderá lo que abrace y en esa trascendencia estará su poder. Sus sentimientos de universalidad, su acción de universalidad será siempre un estado espontáneo y un movimiento natural, una expresión automática de la verdad, un acto de regocijo de la propia existencia del espíritu. No habría lugar en él para un yo limitado. O un deseo limitado, o la satisfacción o frustración de ese yo limitado, o la satisfacción o frustración del deseo; ningún lugar para la felicidad dependiente y relativa y la tristeza que visita y aflige nuestra naturaleza limitada; porque esas son cosas que pertenecen al ego y la Ignorancia, y no a la libertad de la verdad del Espíritu. . . La existencia gnóstica y la delicia de la existencia es un ser y una delicia universal y total, y será la presencia de la totalidad y de la universalidad en cada movimiento separado: en cada uno habrá, no una experiencia parcial del yo, o una fracción de regocijo, sino el sentido del movimiento completo de un ser integral y la presencia de su completa e integral gloria de ser, Ananda.

 

El aspecto trascendente de la vida espiritual es indispensable para la libertad del Espíritu; pero esa trascendencia armonizará con la existencia manifestada y le dará unas bases inamovibles.
Para el ser gnóstico, actuar en el mundo no significa un lapso de la unidad.

 

La vida gnóstica será una vida interna en la que la paradoja o la antinomia de lo interior y lo exterior, el yo y el mundo habrá sido curada y excedida. El ser gnóstico tendrá verdaderamente una existencia íntima, recóndita y profunda, en la cual el está solo con Dios, uno con lo Eterno, sumergido el mismo en las profundidades del Infinito, en comunión con sus alturas y sus abismos luminosos de secreto; nada será capaz de enturbiar o invadir esas profundidades o empujarlo hacia abajo desde las altas cimas; ni las complacencias del mundo ni sus acciones ni todo lo que está alrededor del él. Este es el aspecto trascendente de la vida espiritual y ese aspecto es necesario para la libertad del espíritu; porque de otra manera la identidad en la Naturaleza con el mundo sería una limitación obligatoria y no una identidad libre. Pero al mismo tiempo el Amor - Dios y la delicia de Dios será la expresión del corazón de esa comunicación interna y única, y esa delicia y amor se expandirá ella misma para abrazar toda la experiencia gnóstica del universo en una calma universal de igualdad no meramente pasiva pero dinámica, una calma de libertad en la unidad dominando todo lo que encuentra, tranquilizando todo lo que entra en ella, imponiendo su ley de paz en las relaciones del ser supramental con el mundo en que vive. Dentro de todos sus actos la unidad y comunión interior lo asistirá y participará con él en sus relaciones con otros, los cuales no serán para él otros, sino partes de él mismo o "yos" de él mismo en una existencia, su propia existencia universal. Es este equilibrio y libertad en el espíritu el que lo capacitará para tomar toda la vida en el mismo mientras todavía permanezca en el yo espiritual y abrazar inclusive el mundo de la Ignorancia entrando en ella sin ser tocado.

 

El ser gnóstico tiene la voluntad de acción pero también el conocimiento de lo que debe de ser hecho por esa voluntad y el poder para efectuar ese conocimiento; el no será empujado por ignorancia a hacer lo que no debe de hacerse. Aun más, su acción no es la búsqueda de un fruto o resultado; su regocijo está en ser y en hacer, en el estado puro del espíritu, en el acto puro del espíritu, en la pura bienaventuranza del espíritu. . . El conocimiento del ser gnóstico realizado el mismo en la acción, no será un conocimiento de ideas, sino una Idea - Real de la supermente, la instrumentación de una luz esencial de Consciencia; será la propia luz de toda la realidad del ser emanando de ella misma continuamente y llenando cada acto y cada actividad particular con la total y pura delicia de su propia existencia. Puesto que para una consciencia infinita con su conocimiento / sabiduría por identidad, hay en cada diferenciación el regocijo y la experiencia del Idéntico; en cada finito es sentido el Infinito.

 

La consciencia gnóstica proseguirá hacia el conocimiento integral. Y eso no será una revelación o una luz enviada desde la oscuridad, sino la luz emanada de la luz.

 

La mente busca la luz y el conocimiento, - el conocimiento de la única verdad basándose en el todo, una verdad esencial del yo mismo y las cosas, pero también busca por toda la verdad de la diversidad de esa unidad, todos sus detalles, sus circunstancias, el camino múltiple de acción, la forma, la ley del movimiento y del acontecimiento, las manifestaciones variadas y la creación; porque para la mente pensante la felicidad de la existencia es el descubrimiento y la penetración del misterio de la creación que viene con el conocimiento. El cambio gnóstico realizará esto en una medida amplia; pero le dará un nuevo rasgo o característica. Ella actuará no por el descubrimiento de lo desconocido, sino por la eclosión o el brote de lo conocido; y será el encuentro ‘del yo mismo, por el yo mismo, en el yo mismo’.

 

La sustitución de la búsqueda intelectual por la identidad supramental y por la intuición gnóstica del contenido de la identidad; lo que es una omnipresencia del espíritu con su luz penetrando todo el proceso del conocimiento y todos sus usos, de manera que haya una integración entre el conocedor, el conocimiento y la cosa a conocer, entre la consciencia operadora, la instrumentación y lo hecho, mientras que el yo solo, observa el movimiento integrado y se realiza el mismo íntimamente en él, haciéndose una unidad intachable y perfecta de ejecución propia, será el carácter de cada movimiento gnóstico y acción de conocimiento. La mente, observando y razonando, laborando para desapegarse ella misma y ver objetiva y verdaderamente lo que tiene que saber; le aburre y cansa el conocer las cosas como el no - yo, la otra realidad independiente no afectada por el proceso del pensamiento personal o por cualquier presencia del yo: la consciencia gnóstica conocerá íntima y exactamente en el momento, su objeto, por una identificación comprensible y penetrante con él. Ella sobrepasará lo que tiene que saber, pero eso lo incluirá en ella misma; ella conocerá el objeto como parte de ella misma, como puede conocer cualquier parte o movimiento de su propio ser, sin ninguna restricción por la identificación o la confusión o enredo de sus pensamientos en eso, o por estar limitada en su conocimiento. Habrá la completa intimidad y precisión de un conocimiento interno directo, en vez de la equivocación de la mente personal que constantemente se equivoca, porque la consciencia será eso que sea universal, y no una persona con un ego restringido y limitado. Ella proseguirá hacia el conocimiento completo, no poniendo la verdad en contra de la verdad para ver cual de las verdades sobrevive, sino completando la verdad con la verdad, en la luz de una Verdad en las que todas las verdades son aspectos de Ella. . . Habrá una manifestación, un descifrar, no como una proyección de luz fuera de la oscuridad, sino como una descarga o rayo de luz desde la misma luz; porque si una Consciencia supramental evolucionada retiene o no da a conocer parte de su contenido, lo hace no como un paso o una acción de la Ignorancia, sino como un movimiento deliberado del conocimiento sin tiempo dentro del proceso de la manifestación del tiempo.

 

El regocijo de una diversidad íntima del Uno que se revela a si misma, la unión multitudinaria y la interacción feliz en y con el Uno, dará un sentido completo y perfecto de la vida gnóstica.

 

Como la mente busca por la luz o lo que es lo mismo, por el descubrimiento y la maestría del conocimiento, así la vida busca por el desarrollo y la maestría en su propia fuerza: su búsqueda es por el crecimiento, el poder, la conquista, la posesión, la satisfacción, la creación, la felicidad, el amor y la belleza; el júbilo de su existencia es una constante expresión de si misma, el desarrollo, la diversidad de manifestaciones de acción, la creación, el disfrute o placer, una abundante y fuerte intensidad de ella misma y su poder. La evolución gnóstica levantará eso a su más alta y completa expresión, pero no actuará por el poder, la satisfacción, el placer de lo mental y el ego vital; por su posesión estrecha de ella misma y la presa de su ambición desmesurada en otros y otras cosas, o por su grandiosa afirmación de si misma y su magnifica encarnación; porque de esa manera la perfección y la plenitud espiritual no pueden llegar. La vida gnóstica existirá y actuará por lo Divino en ella misma y en el mundo, por lo Divino en todo; el acrecentamiento de las posesiones del ser individual y el mundo, por la presencia Divina, la Luz, el Poder, el Amor, la Delicia y la Belleza, será el sentido de la vida del ser gnóstico. La satisfacción individual estará, en el aumento de la satisfacción perfecta de esa manifestación en crecimiento: su poder será la instrumentación del poder de la Supernaturaleza por traer y extender esa mejor vida y naturaleza; cualquiera que sea la conquista y aventura que se presente, será por eso solamente, y no por el reinado de ningún ego individual o colectivo. El Amor será para él, el contacto, el encuentro, la unión de él mismo con El, el espíritu con el Espíritu, la unificación del ser, un poder, un júbilo, un acercamiento e intimidad de alma con Alma, del uno con el Uno, un júbilo de identidad y las consecuencias de una identidad diversa. Es el regocijo de la íntima diversidad del Uno revelándose a sí mismo, la unión multitudinaria del Uno, y una feliz interacción de la identidad, eso será para él, el sentido completo de la revelación de la vida. La creación estética o dinámica, la creación mental, la creación de vida, la creación material tendrán para él, el mismo sentido. Será la creación de la formas significantes de la Fuerza Eterna, la Luz, la Belleza y la Realidad - la belleza y la verdad espiritual de sus formas y cuerpos; la belleza el yo, y la esencia sin forma.

 

Como consecuencia del cambio total y el reverso de consciencia estableciendo una nueva relación del espíritu con la mente y la vida con la materia y un nuevo significado y perfección en la relación, habrá un reverso, un nuevo significado perfeccionado de las relaciones entre el espíritu y el cuerpo que habita.

 

La materia se revelará ella misma como un instrumento de la manifestación del Espíritu; una aceptación libre y soberana de la Naturaleza material a la Verdad, será entonces posible.

 

Esta nueva relación del espíritu y el cuerpo asume - y hace posible - una aceptación libre de la completa Naturaleza material en lugar de una negación, un repudio, o un rechazo de toda identificación o aceptación de ella, por lo que esa la primera necesidad normal de la consciencia espiritual para su liberación deja de ser imprescindible. El cesar de estar identificado con el cuerpo, el separarse uno mismo del cuerpo consciente, es un paso reconocido y necesario hacia la liberación espiritual o hacia la perfección espiritual y el dominio sobre la Naturaleza. Pero por esta redención una vez efectuada, el descenso de la luz y la fuerza espiritual pueden también invadir y apoderarse del cuerpo dándole paso a una nueva aceptación libre y soberana de la Naturaleza material. Esto es posible, solamente, si hay una comunión del Espíritu con la Materia, un control, una reversión del balance presente de interacción, el que permite a la Naturaleza física velar el Espíritu y afirmar su propio dominio. En la luz de un más amplio conocimiento la materia también puede ser vista como Brahman, una energía propia creada por Brahman, una forma y sustancia de Brahman; conociendo la consciencia secreta en la sustancia material, seguros en este gran conocimiento, la luz y el poder gnósticos pueden unirse ellos mismos con la Materia, de manera que parezcan, y la acepten como un instrumento de su manifestación espiritual. Una cierta reverencia, inclusive, por la Materia y una actitud sacramental en todo lo que tenga que ver con ella es posible. . .

 

El ser gnóstico, usando la materia, pero usándola sin ningún apego o deseo material o vital, sentirá que él está usando el Espíritu en esta forma de él mismo y con su consentimiento y sanción para su propio propósito. Habrá en él un cierto respeto por las cosas físicas, un conocimiento de la consciencia oculta en ellas, de su muda voluntad de utilidad y servicio, una adoración de lo Divino, el Brahman en lo que él está usando, el cuidado por el uso perfecto y sin tacha de su materia divina, por un verdadero ritmo, una armonía ordenada, una belleza en la vida de la Materia, y en su utilización.

 

El cuerpo llegará a ser un instrumento fehaciente y capaz, respondiendo perfectamente al Espíritu.

 

Porque la ley del cuerpo se levanta del subconsciente o inconsciente: pero en ser gnóstico llegará a ser consciente y sujeta al control supramental, penetrada con su luz y acción; la base de la inconsciencia con su oscuridad y ambigüedad, su obstrucción o respuestas tardías tendrá que ser transformada en una Súperconsciencia inferior de sostenimiento, por el surgimiento de lo supramental. Ya inclusive, en los seres de mente superior, intuitiva y de mente suprema, el cuerpo tendrá que llegar a ser suficientemente consciente para responder a la influencia de la Idea y de la Fuerza - Voluntad de manera que la acción de la mente en las partes físicas, que son rudimentarias, caóticas y mayormente involuntarias en nosotros, tendrá que desarrollar una potencia considerable: pero en el ser supramental, es la consciencia con la Idea - Real en ella, la que gobernará todo. Esta Idea - Real es una percepción - verdad que se efectúa en sí misma; porque ella es la idea y la voluntad del espíritu en acción directa, y origina un movimiento de la sustancia del ser que debe inevitablemente efectuar en ella misma en el estado y la acción de ser. Es este realismo espiritual, irresistible y dinámico de la Verdad - consciencia el más alto grado o nivel de ella misma, que habrá aquí de crecer consciente y competentemente en el ser gnóstico evolucionado: él no actuará como ahora, velado en aparente inconsciencia y limitado por la ley del mecanismo, sino como la Realidad soberana en una acción efectuada por ella misma. Será esto lo que dirija la existencia, con un completo conocimiento y poder, e incluido en esta regla el funcionamiento y la acción del cuerpo. El cuerpo será convertido por el poder de la consciencia espiritual en un instrumento perfecto del Espíritu.

 

La salud, la fortaleza, la duración o longevidad, la felicidad y comodidad del cuerpo, y la liberación del sufrimiento, son partes de la perfección física que la evolución gnóstica trae consigo.

 

Como resultado de esta nueva relación entre el Espíritu y el cuerpo, la evolución gnóstica efectuará la espiritualización, perfección, y el desarrollo pleno del ser físico; hará por el cuerpo lo mismo que por la mente y la vida. Aparte de la oscuridad, las debilidades, las flaquezas y las limitaciones que con este cambio se superarán, la consciencia - cuerpo es un sirviente paciente de la vida individual, y puede ser un instrumento potente por su gran reserva de posibilidades, ya que pide poco para sí: su antojo es por más tiempo de duración o longevidad, salud, fortaleza, perfección física, felicidad para el cuerpo, liberación del sufrimiento y tranquilidad. Estas demandas no son ellas mismas inaceptables, malas o ilegítimas porque ellas son útiles a la Materia para la perfección de la forma y la sustancia, el poder y la delicia, que deberían ser el flujo natural y la manifestación expresiva del Espíritu. Cuando la Fuerza gnóstica puede actuar en el cuerpo, estas cosas pueden ser establecidas; porque sus opuestos vienen de la presión de las fuerzas externas sobre la mente física, sobre los nervios y sobre la vida material, sobre el organismo del cuerpo, de una ignorancia que no sabe como enfrentar estas fuerzas o no es capaz de afrontar o encararlas correctamente o con poder, y de alguna oscuridad, que penetra la sustancia de la consciencia física y distorsiona sus respuestas, reaccionando a ella en una forma equivocada.

 

Es la Fuerza - Consciencia incompleta y débil al manifestarse en el ser mental, vital y físico, y su incapacidad para recibir o rehusar a voluntad, o, recibir para asimilar o armonizar los contactos que la Energía universal le emite a él, lo que causa el dolor y el sufrimiento. En el reino material la Naturaleza comienza con una insensibilidad completa, y es una verdad notable que una insensibilidad comparativa o una deficiente sensibilidad, o más frecuentemente una gran dureza y resistencia para el sufrimiento se encuentra en el principio de la vida, en el animal y en el hombre primitivo o menos desarrollado; a medida que el ser humano evoluciona, él crece en sensibilidad y sufre más sutilmente en la mente, vida y cuerpo. Porque el crecimiento de consciencia no es suficientemente ayudado por el crecimiento de la fuerza; el cuerpo llega a ser más sutil, más refinadamente capaz, pero menos eficientemente sólido en su energía externa: el hombre tiene que ser dueño de su voluntad, de su poder mental para estimular, corregir y controlar su ser nervioso, que está precisado a hacer las extenuadas tareas que él demanda de sus instrumentos, acorazándolo así, contra el sufrimiento y los desastres. En el ascenso espiritual este poder de la consciencia y su voluntad sobre sus instrumentos, el control del espíritu y la mente interna sobre la mentalidad exterior, el ser nerviosos y el cuerpo, aumenta inmensamente; una tranquila y amplia igualdad del espíritu a todos los choques y contactos viene y llega a ser un equilibrio habitual, y esto puede pasar desde la mente a las partes vitales y establecerse allí también una paz inmensa y duradera; inclusive en el cuerpo este estado puede formarse a sí mismo y enfrentar los choques de tristeza y dolor y toda clase de sufrimiento. Inclusive un poder de voluntad física insensible puede intervenir o un poder de separación mental de todos los choques y daños, puede ser adquirido lo que nos dice que las reacciones ordinarias y la sumisión débil del cuerpo mismo a los hábitos normales de respuestas de Naturaleza material no son obligatorios o inalterables. Todavía más significante es el poder que viene en el nivel de la mente espiritual o la mente superior para cambiar las vibraciones del dolor en vibraciones de Ananda: inclusive si esto solamente llegara hasta cierto punto, eso indicaría la posibilidad de un reverso completo de la regla normal de como reacciona la consciencia; eso puede ser asociado también con un poder protector en ella misma que hace regresar los choques que son más difícil de trasmutar o soportar. La evolución gnóstica traerá en cierto nivel, un reverso completo y ese poder de protección de sí misma, el cual cumplirá el clamor del cuerpo por la inmunidad y serenidad de su ser y por la libertad del sufrimiento y la edificación en él de un poder para la total delicia de la existencia. Una Ananda espiritual puede emerger en el cuerpo e inundar cada una de sus células; una materialización luminosa de esta superior Ananda puede traer una total transformación de las sensibilidades deficiente u hostiles de la Naturaleza física.

 

Una calma vasta y una profunda delicia de la existencia gnóstica se levantan juntas en una intensidad creciente culminando en un éxtasis eterno. En el fenómeno universal es revelado el gozo eterno, Ananda.

 

Una aspiración, una demanda de la delicia total y suprema de la existencia está secretamente en lo intrínseco de nuestro ser, pero esto es disfrazado /desfigurado / enmascarado por la separación de nuestras partes de la naturaleza y sus diferentes urgencias, y oscurecido por su incapacidad para concebir o asir cualquier cosa que no sea un placer superficial. En la consciencia corporal esta demanda toma la forma como la necesidad de la felicidad corporal, en nuestras partes de la vida como un anhelo por la felicidad de la vida, una aguda y vibrante respuesta al regocijo, al arrobamiento y éxtasis de muchas clases y en todos una sorpresa y satisfacción; en la mente eso toma forma en una real recepción de todas las formas de delicia mental; en un nivel superior llega a ser aparente en la llamada espiritual por la paz y el éxtasis divinos. El rumbo es encontrado en la verdad del ser; porque Ananda es la misma esencia de Brahman, es la naturaleza suprema de la Realidad omnipresente. La supermente en sus diferentes grados de descenso de su manifestación emerge de Ananda y en su ascenso evolutivo se fusiona con Ananda. No es realmente una fusión en el sentido de ser extinguida o abolida sino es inherente a ella, indistintamente de su consciencia propia y la fuerza efectiva del deleite y bienaventuranza del ser. En el descenso evolutivo como en el retorno evolutivo, la supermente es ayudada por la Delicia de la Existencia original llevándole esa Delicia en todas sus actividades como la esencia de su sustancia; porque la Consciencia, podemos decir, es su poder original / madre - padre en el Espíritu, pero Ananda es la matriz espiritual desde la cual ella se manifiesta y la fuente de mantenimiento en donde ella lleva el alma de regreso al estado de espíritu. Una manifestación supramental en su ascenso tendría como su siguiente secuencia y culminación de sus resultados propios una manifestación de la Bienaventuranza de Brahman: la evolución del ser en lo gnóstico sería seguida por una evolución del ser en lo Bienaventurado; una encarnación de la existencia gnóstica tendría como consecuencia una encarnación de la existencia beatifica.

 

En la liberación del alma de la Ignorancia la primera base es la paz, la calma, el silencio y la quietud de lo Eterno e Infinito, pero un poder consumado y un desarrollo más grande de la ascensión espiritual transforma esta paz de liberación en la bienaventuranza de una experiencia perfecta y la realización de la beatitud eterna, la Bienaventuranza de lo Eterno e Infinito. . .

 

La paz y el éxtasis dejan de ser diferentes y llegan a ser uno. La supermente, reconciliando y fusionando tanto las diferencias como las contradicciones, trae a flote esta unidad; una amplia calma y una profunda delicia de la existencia se encuentran entre los primeros pasos de la realización propia, pero esta calma y esta delicia se alzan juntas, en un estado, en una intensidad creciente y culminan en el éxtasis eterno, la dicha que es el Infinito. En cualquier nivel de la consciencia gnóstica, en lo más profundo del ser, estaría siempre en cierto grado esta consciencia fundamental y espiritual de la delicia de la existencia; pero también todos los movimientos de la Naturaleza serían penetrados por ella, y todas las acciones y reacciones de la vida y el cuerpo: nada podría escaparse a la ley de Ananda. Inclusive antes del cambio gnóstico podría haber un principio de este éxtasis fundamental del ser traducido en una calma de una intensa delicia de percepción y visión espiritual y conocimiento; en el corazón en un amplio o profundo o pasional delicia de la unión universal, del amor, la simpatía, la felicidad de los seres y la felicidad de las cosas. En la voluntad y en las partes vitales esto es sentido como una energía de delicia de una vida - poder divina en acción o de una beatitud de los sentidos percibiendo y encontrando el Uno en todas partes, percibiendo, como su estética normal de las cosas una belleza universal y una armonía secreta de la creación de la cual nuestra mente puede captar solamente vislumbres imperfectos o un raro sentido supernormal. En el cuerpo ella (Ananda) se revela a sí misma como un éxtasis vertiendo en ella misma, desde las alturas del espíritu, la paz y la bienaventuranza de una pura y espiritualizada existencia física. Una belleza universal y una gloria del ser comienza a manifestarse; todos los objetos revelan sus cualidades escondidas, vibraciones, poderes, significados armónicos ocultos para la mente normal y los sentidos físicos. En el universo fenoménico se revela la eterna Ananda.

 

Dos preguntas son consideradas para su investigación, ya que son importantes para la concepción humana de la vida.

 

(1) ¿Cuál es el lugar de la personalidad en el ser gnóstico?

 

Ordinariamente, en el sentido común, el ego separatista es nuestro yo mismo y, si el ego tiene que desaparecer en una Consciencia trascendental o universal, la vida personal y la acción debe cesar; para el individuo que desaparece, solamente puede haber una consciencia impersonal, un yo cósmico: pero si el individuo es completamente extinguido, ninguna pregunta de personalidad o responsabilidad o perfección ética puede suscitarse. De acuerdo con otra forma de pensar la persona espiritual permanece, pero liberada, purificada, perfeccionada en la naturaleza y en una existencia celestial. Pero aquí estamos en la tierra, y sin embargo se supone que la personalidad del ego es extinguida y reemplazada por un individuo espiritual espiritualizado quien es el centro y el poder del Ser trascendente. Y puede ser deducido que este individuo gnóstico o supramental es un yo sin personalidad, un Purusha impersonal. Podrían haber muchos individuos gnósticos pero no podría haber personalidad, todo sería lo mismo en ser y naturaleza.

 

En la personalidad y la impersonalidad de la consciencia gnóstica no hay principios opuestos;
ellos son aspectos inseparables de la única y misma realidad.

 

Esta realidad no es el ego sino el ser, el cual es impersonal y universal en su composición natural, pero hace de eso una personalidad expresiva la cual es su forma de ser en los cambios de la Naturaleza. . . Lo Divino, lo Eterno se expresa él mismo como la existencia, la consciencia, la bienaventuranza, la sabiduría, el amor, la belleza, y nosotros podemos pensar de él como esos poderes universales e impersonales de él mismo, considerándolos como la naturaleza de lo Divino y lo Eterno; nosotros podemos decir que Dios es Amor, que Dios es Sabiduría que Dios es Verdad o Justicia: pero el no es un estado impersonal o un estado de cualidades abstractas; él es el Ser, absoluto, universal e individual. Si lo miramos desde esta base, veremos claramente que no hay ninguna oposición, ninguna incompatibilidad, ninguna imposibilidad de una coexistencia o existencia de lo Impersonal y la Persona; ellos son el uno para el otro, viven el uno en el otro, se mezclan el uno con el otro, y sin embargo de cierta forma pueden aparecer como lados opuestos o como contrapunto y reverso de la misma Realidad. El ser gnóstico es Divino en su naturaleza, y por lo tanto, repite en él mismo este natural misterio de la existencia.

 

¿Cuál será la naturaleza de la persona gnóstica?

 

La personalidad ordinaria y restringida puede ser entendida por una descripción de las características impresas en su vida, pensamiento y acción, la construcción superficial de su expresión . . . Pero tal descripción sería lastimosa e inadecuada para expresar la Persona cuando su Poder interior manifiesta más ampliamente y expresa su fuerza violenta / demoníaca escondida en la composición superficial y en la vida. Nosotros nos sentimos en presencia de una luz de consciencia, una potencia, un mar de energía y podemos distinguir y describir sus libres olas de acción y sus propiedades y poderes, pero no podemos señalarlas, y así todo, hay una impresión de personalidad, la presencia de un ser poderoso, un Alguien reconocible, fuerte, grande o bello, una Persona, no una criatura limitada de la Naturaleza sino un Yo o Alma, una Purusha. El Individuo gnóstico sería esa Persona interior develada, ocupando ambas, las profundidades – no estaría más escondida en el mismo – y la superficie, en una consciencia unificada; él no sería una personalidad superficial parcialmente expresada de un ser inmenso secreto, el no sería la ola sino el océano: él sería la Purusha, la Existencia de la consciencia interior revelándose a sí misma, y no tuviese la necesidad de una máscara tallada o una persona para expresarse.

 

Esta, entonces, sería la naturaleza de la Persona gnóstica, un ser infinito y universal revelando – o, para nuestra ignorancia mental sugiriendo – su yo eterno a través del poder expresivo y la forma significativa de un individuo y una manifestación temporal propia. Pero la manifestación natural del individuo, ya sea fuerte y diferente en su croquis o multitudinaria y mutable y todavía armónica, estaría allí como un indicio del ser, no como el ser completo: eso sería sentido en lo profundo, reconocible, pero indefinible, el infinito. La consciencia de la Persona gnóstica, también sería una consciencia infinita creando formas de expresión propia, pero siempre consciente de su infinitud sin límites y su universalidad y conduciendo el poder y el sentido de su infinitud y universalidad inclusive en lo limitado de su expresión, -- por la cual, por otra parte, no sería limitada en el próximo movimiento de la revelación propia más adelante. Pero esto todavía no sería un flujo irregular e irreconocible sino un proceso de la revelación propia haciendo visible la verdad inherente de los poderes de su existencia, de acuerdo con la ley natural de la armonía para toda la manifestación del Infinito.

 

(2) Si hay una personalidad gnóstica y si en alguna forma es responsable por sus actos, ¿cuál es el lugar del elemento ético en la naturaleza gnóstica y cuál es su perfección y su realización o desempeño?

 

La ley, las normas tienen que ser impuestas en nosotros ahora porque hay en nuestro ser natural una fuerza opuesta de separación, una posibilidad de antagonismo, una fuerza de discordia, voluntad enfermiza y porfía. Toda la ética es una invención del bien en la Naturaleza la cual ha sido profundamente afectada con la maldad por los poderes de la oscuridad nacidos de la Ignorancia, así, como ha sido expresado en la antigua leyenda de los Vedas. Pero donde todo es propiamente determinado por la verdad de la consciencia y la verdad del ser, no puede haber normas, ni luchas para observarlas, ni virtudes ni méritos, ni pecados ni deméritos de la naturaleza. El poder del amor, la verdad y la correcta voluntad están allí, no como la ley construida mentalmente sino como la misma sustancia y constitución de la naturaleza y, por la integración del ser, es necesariamente también la misma sustancia y constitución de la naturaleza de la acción. Para crecer en la naturaleza de nuestro verdadero ser, una naturaleza de verdad espiritual y unidad, la liberación es lograda por una evolución del ser espiritual: la evolución gnóstica nos da el completo dinamismo de eso que regresa a nosotros. Una vez que se ha hecho, todas las normas de virtudes o dharma desaparecen; está la ley del orden propio de la libertad del espíritu, que no puede ser una ley impuesta o construida de conducta o dharma. Todo llega a ser el flujo mismo de la naturaleza espiritual, el swadharma del swabhava.

 

La vida gnóstica reconciliará la libertad y el orden.
Habrá un completo acuerdo entre la libertad de expresión del individuo y su obediencia a la ley inherente de la Verdad suprema y universal de las cosas.

 

Un ser con una existencia separada podría ser extraño y desigual con otros seres separados, en la variación del Todo universal en el cual ellos coexisten, en un estado de contradicción con la suprema verdad que ha dado su propia expresión al universo; esto es lo que pasa al individuo en la Ignorancia, porque su punto de vista de consciencia es la de una individualidad separada. Puede haber conflictos similares, discordias, disparidad entre verdades, energías, cualidades, poderes, modos de ser que actúan como fuerzas separadas en el individuo y en el universo. Un mundo lleno de conflicto, un conflicto en nosotros mismos, un conflicto en el individuo con el mundo alrededor de él, son las cosas normales e inevitables de la consciencia separatista de la Ignorancia y de nuestra existencia inarmónica. Pero esto no puede pasar en la consciencia gnóstica porque allí cada uno encuentra su yo completo y todos encuentran su propia verdad y la armonía de sus diferentes acciones en eso que los excede y de lo cual ellos son la expresión. En la vida gnóstica, por lo tanto, hay un completo acuerdo entre la libre expresión del ser y su obediencia automática a la ley inherente de la Verdad suprema y universal de las cosas. Estas son para él lados interconectados de una misma Verdad; es su propia suprema verdad del ser la que trabaja ella misma en el todo de la verdad unida de él mismo en una Supernaturaleza.

 

Los dos principios de libertad y orden, que en la mente y la vida están constantemente representados ellos mismos como contrarios o incompatibles, aunque ellos no tienen necesidad de ser eso si la libertad es custodiada por el conocimiento y el orden basados en la verdad del ser, son en la consciencia de la supermente nativos uno del otro e inclusive fundamentalmente uno. Esto es porque ambos son aspectos inseparables de la verdad interna espiritual y por lo tanto sus determinaciones son una; ellas son inherentes una de la otra, porque ellas se levantan de una identidad y por lo tanto en la acción coinciden en una identidad natural. El ser gnóstico no siente, bajo ningún concepto, su libertad infringida por la orden imperativa de sus pensamientos y acciones, porque esa orden es intrínseca y espontánea; él siente ambas, su libertad y la orden de su libertad ser una verdad de su ser. Su libertad de conocimiento no es una libertad para seguir lo falso o el error, porque el no necesita como la mente pasar a través la posibilidad del error para saber, - por el contrario, tal desviación sería una partida de su plenitud gnóstica, sería una disminución de su propia verdad un traspaso y un perjuicio a su ser; porque su libertad es una libertad de luz, no de oscuridad. Su libertad de acción no es una licencia para actuar con una voluntad errónea o con los impulsos de la Ignorancia, porque eso también sería un traspaso de su ser, una restricción y disminución de él y no una liberación. Las ansias de realización de lo falso o erróneo no serian sentidas por él como un paso hacia la libertad, sino como una violencia hecha a la libertad del espíritu, una invasión e imposición, una intrusión sobre su Supernaturaleza, una tiranía de alguna Naturaleza invasora.

 

Igualmente inevitable a la unión de la libertad y el orden sería la ley de la vida colectiva; sería una libertad del juego diverso del Infinito en las almas divinas, un orden de la unidad de consciencia la cual es la ley del Infinito supramental. Nuestra rendición mental a la unidad creada por la razón mental se dirige a través y hacia una norma que es su único significado efectivo, - solamente diferencias insignificantes serían permitidas para operar: pero la gran riqueza de la diversidad en la expresión propia del Uno o la unidad sería la ley de la vida gnóstica. En la consciencia gnóstica la diferencia no conduciría a la discordia sino a la adaptación natural y espontánea, un sentido de plenitud complementaria, una ejecución abundante en puntos de vista de las cosas para colectivamente saber, entender, hacer, y trabajar en la vida.

 

Todas las normas mentales desaparecerían porque su necesidad cesaría; la ley auténtica de la identidad con el Yo Divino la remplazaría.

 

En la verdad de que el Conocimiento y la Fuerza Divina, la suprema Naturaleza, actuaría a través del ser gnóstico con su participación completa, está fundada la libertad del ser gnóstico; es esta unidad la que le da su libertad. La libertad de la ley, incluyendo la ley moral, frecuentemente afirmada por el ser espiritual, está fundada en esta unidad de su voluntad con la voluntad de lo Eterno. Todas las normas mentales desaparecerían porque la total necesidad de ellas cesaría; la ley autentica superior de identidad con el Divino Yo y la identidad con todos los seres las remplazaría. No habría espacio para el egoísmo o el altruismo, de uno mismo y de otros, dado que todos son vistos y sentidos como el Uno, y solamente lo que la Verdad y el Bien supremo decidan, sería hecho. Habrá en la acción un sentimiento penetrante de un amor universal, una simpatía, una unidad existente por sí misma, no solamente dominando o determinando sino penetrando, coloreando, y moviendo cada acto: no se pondría en oposición a la gran verdad de las cosas, o dictaría una personalidad impulsada a retirarse de la acción verdadera de la voluntad divina. Esta oposición y separación puede pasar en la Ignorancia donde el amor o cualquier otro principio fuerte de al naturaleza puede divorciarse de la sabiduría como también puede separarse del poder; pero en la gnosis de la supermente todos los poderes están íntimamente ligados los unos con los otros y actúan como uno. En la persona gnóstica la Verdad - Conocimiento guiaría y determinaría, y todas las otras fuerzas del ser concurrirían en la acción: no habría lugar para la desarmonía o el conflicto entre los poderes de la naturaleza.

 

La Evolución Futura del Hombre - Sri Aurobindo
Final del Capítulo #8 - El Ser Gnóstico
Ensayo preparado por P.B. Hilaire. Agosto 1962
Traducido al Español por Hortensia De la Torre. Septiembre 1997