Capítulo (6): La Transformación Triple

 

 

Si la meta final de la evolución terrestre fuera solamente el despertar al hombre a la suprema Realidad y liberarlo de la ignorancia y las limitaciones, para que el alma liberada pueda encontrar el supremo estado del ser o unirse en la suprema Realidad, la tarea podrá llevarse a cabo con el advenimiento del hombre espiritual. Pero hay en nosotros también una aspiración para conocer y dominar la Naturaleza y su transformación, y por el perfeccionamiento de la existencia terrestre. Si la única intención de la Naturaleza en la evolución del hombre espiritual es despertarlo a la suprema realidad y liberarlo de él mismo o de la Ignorancia en la cual la Naturaleza como el Poder de lo Eterno se ha disfrazado, por esconderse en un estado más elevado del ser en otra parte; si este paso en la evolución es una terminación y una salida, entonces, en esencia, el trabajo de la Naturaleza ha sido cumplido y no hay nada más que hacer. Los caminos han sido construidos, la capacidad para seguirlos ha sido desarrollada, la meta o lo supremo ha sido manifestado; todo lo que queda es que cada alma alcance individualmente el correcto nivel y comience su desarrollo, que entre dentro del camino espiritual y por su propia voluntad pase por él, saliendo de esta existencia inferior. Pero nosotros hemos supuesto que hay una intención más allá, -- no solamente una revelación del Espíritu, sino una transformación radical e integral de la Naturaleza. Hay una voluntad en ella para efectuar una verdadera manifestación de la vida encarnada del Espíritu, para completar lo que ella ha comenzado en el sendero de la Ignorancia hacia el Conocimiento, y para arrancarse su mascara y revelarse ella misma en la Consciencia - Fuerza luminosa llevando en ella la Existencia eterna y su Delicia universal del ser. Entonces, llega a ser obvio, que hay algo que todavía no hemos efectuado o cumplido, y llega a verse bien claro lo mucho que todavía tenemos que hacer…. hay una altura todavía para ser alcanzada, una extensión para ser observada por unos ojos visionarios; están las alas de la voluntad, y la propia afirmación del espíritu en el universo material. Lo que el Poder evolutivo ha hecho es hacer conscientes algunos cuantos individuos de sus almas, de la consciencia de ellos mismos, del eterno ser que ellos son, y ponerlos en comunión con la Divinidad o la realidad la cual está oculta en sus apariencias: un cierto cambio de la naturaleza prepara, acompaña o sigue a esta iluminación, pero no es el completo y radical cambio, el que establece un nuevo y seguro principio, una nueva creación, un nuevo orden permanente del ser en el campo de la Naturaleza terrestre. El hombre espiritual ha evolucionado, pero no el ser supramental quien desde ahí en adelante es el conductor de esa Naturaleza.

 

Para ser establecido permanentemente,
este nuevo orden de existencia demanda un cambio radical en la completa naturaleza humana.
En esta transformación, hay tres fases.

 

Esto, debe llegar a ser la naturaleza normal de ese nuevo tipo de ser; como la mente se establece aquí sobre la base de la Ignorancia buscando el Conocimiento y creciendo en él, así la supermente debe establecerse en este nuevo orden, desde la Ignorancia hacia el crecimiento en su grandiosa Luz propia. Pero esto no puede ser, mientras el ser espiritual - mental no haya ascendido completamente a la supermente y haya hecho descender sus poderes en la existencia terrestre. Porque la separación entre la mente y la supermente tiene que ser superada, los caminos cerrados, abiertos; y los senderos que ascienden y descienden creados donde ahora solo hay silencio y vació. . . Primeramente debe haber un cambio en la psiquis, la conversión de nuestra completa presente naturaleza en una instrumentación del alma; con eso o junto con eso debe de haber un cambio espiritual, el descenso de la Luz suprema, el Conocimiento, el Poder, la Fuerza, la Bienaventuranza y la Pureza en todo el ser, inclusive en lo más bajo y recóndito de la vida y el cuerpo y en la oscuridad de nuestro subconsciente; por último, debe sobrevenir la transmutación supramental, -- el ascenso dentro de la supermente y el descenso transformador de la Consciencia supramental debe pasar como una maniobra victoriosa dentro de nuestro completo ser y naturaleza.

 

La primera fase de esta transformación puede llamarse psíquica:
el alma, o el ser psíquico, tiene que salir adelante
y tomar la dirección del ser completo.

 

Al principio, en el primer paso hacia el cambio espiritual, el alma en la Naturaleza, la entidad psíquica, la parte enteramente velada para nosotros, aunque es eso por el cual nosotros existimos y persistimos como seres individuales en la Naturaleza, se abre. Las otras partes de nuestra composición natural no son solamente mutables sino también perecederas; pero la entidad psíquica en nosotros persiste y es fundamentalmente la misma siempre: ella contiene todas las posibilidades esenciales de nuestra manifestación pero no es constituida por ellas; no es limitada por lo que ella manifiesta, ni es contenida por las formas incompletas de la manifestación, tampoco manchada por las imperfecciones e impurezas, y los defectos y perdidas del ser superficial. Es la llama por siempre pura de la divinidad en todas las cosas, y nada que llegue a ella, nada que entre en nuestra experiencia puede contaminar su pureza o extinguirla. Esta cosa espiritual es inmaculada y luminosa, y porque es perfectamente luminosa, es inmediatamente, íntimamente, directamente consciente de la verdad del ser y la verdad de la naturaleza; es profundamente consciente de la verdad, el bien y la belleza, porque la verdad, el bien y la belleza son afines a su carácter; son formas de algo que es inherente e innato a su propia sustancia. Ella también está consciente de todo lo que la contradice, de todo lo que la desvía de su propio carácter innato, de lo falso y diabólico, de lo feo y lo que no se le parece; pero ella no llega a ser esas cosas ni es tocada o cambiada por esos opuestos de ella, los que poderosamente afectan su instrumentación exterior de mente, vida y cuerpo. Porque el alma, el ser permanente en nosotros, usa la mente, la vida y el cuerpo como sus instrumentos, sobrellevando lo externo de sus condiciones, pero siendo algo diferente y más grande que todos ellos. Si la entidad psíquica hubiera sido desde el principio develada y conocida por todos sus ministros, y no solamente por un Rey apartado en una cámara secreta, la evolución humana habría sido un rápido florecimiento del alma, no el desarrollo difícil y desfigurado que es ahora; pero el velo es tupido y nosotros no conocemos la Luz secreta dentro de nosotros, la luz en la cripta escondida del santuario íntimo de nuestro corazón. Ligeros indicios llegan a la superficie de nuestro corazón escondido en la cripta de ese santuario interior. Ligeros indicios llegan a la superficie de nuestra psiquis, pero la exaltación de nuestras mentes no detecta su procedencia; ella cree que son sus propias operaciones porque, antes de que esos indicios salgan a su superficie, ya están cerrados en la sustancia mental: así que, ignorante de su autoridad, los sigue o no, de acuerdo con los cambios del momento. Si la mente obedece la urgencia del ego vital, entonces hay escasas oportunidades de un cambio de la mente controlando la naturaleza o manifestando en nosotros algo de la cosa secreta espiritual y su actividad natural; o si la mente está muy confiada para actuar por su propia lucecita, apegada a sus propios criterios, voluntad y acción de conocimiento, entonces también el alma permanecerá velada y quieta esperando por la evolución de la mente más adelante. Porque la parte psíquica en ella está allí para apoyar la evolución natural, y la primera evolución natural debe de ser el desarrollo del cuerpo, vida y mente, sucesivamente, y todos estos deben de actuar cada uno en su propia naturaleza u orden, o todos juntos en su enfermizo y variado consorcio, para crecer, experimentar y evolucionar. El alma reúne la esencia de todas sus experiencias mentales, vitales y corporales y las asimila para la evolución de nuestra existencia en la Naturaleza; pero esta acción es oculta y no es impuesta u obligada exteriormente. Al principio, en los estados materiales y vitales de la evolución del ser, definitivamente no hay consciencia del alma; hay actividad psíquica, pero la instrumentación, la forma de esas actividades es vital y física – o mental cuando la mente está activa. Porque también la mente, mientras sea primitiva, o desarrollada pero todavía externa, no reconoce su carácter profundo. El hombre es en si mismo una Persona única, pero el es también en su manifestación de él mismo una multipersona; él nunca triunfará en ser el maestro de él mismo hasta que la Persona se imponga en su multipersonalidad y la gobierne: pero esto solamente puede ser hecho imperfectamente por la mente superficial, la voluntad y la razón; y puede ser hecho perfectamente solamente si él se dirige a su interior y allí, encuentra el ser central detectándolo por su influencia predominante a la cabeza de todas su expresiones y acciones. En la más recóndita verdad está su alma, que es su ser central, pero en su verdad exterior está frecuentemente una u otra de las partes de la multipersona en él, la cual es la que dirige; y esta representación del alma, este delegado, este yo, es el que él, confunde con el principio recóndito del alma.

 

En el curso de la evolución, el alma, para emerger victoriosamente y dirigir el ser hacia la suprema Realidad,
usa tres imágenes dinámicas de esta suprema Realidad: La Verdad, la Belleza y la Bondad.
Tres caminos por lo tanto se abren delante del buscador.

 

Una primera condición para el ascenso completo del alma, es un contacto directo del ser exterior con la Realidad espiritual. Porque viene de esa Realidad, el elemento psíquico en nosotros gira siempre hacia cualquiera de los fenómenos de la Naturaleza que parezcan que pertenecen a esa Realidad elevada y puedan ser aceptados como sus signos y características. Primero, la psiquis busca esta Realidad a través de la bondad, la verdad y la belleza; a través de todo lo que es puro, fino, elevado y noble: pero aunque este contacto a través de signos y características externas pueden modificar y preparar la naturaleza, no puede enteramente o mayormente hacer un cambio interno profundo. Para ese cambio interno, el contacto directo con la Realidad misma es indispensable, puesto que nada más puede tocar profundamente las bases de nuestro ser, hurgarlas y moldearlas, y al hacerlo producir una fermentación para su transmutación. Representaciones mentales, emocionales y dinámicas tienen su valor u uso; la Verdad, la Bondad y la Belleza son ellas mismas representaciones primarias y potentes de la Realidad, e inclusive en las formas que le mente las ve, el corazón las siente y se realizan en la vida, pueden ser cuerdas para un ascenso: pero es en el ser y sustancia espiritual de esas representaciones, que Eso que ellas representan tiene que llegar a nuestra experiencia.

 

(1) El camino del intelecto o del conocimiento.

 

El alma puede intentar lograr este contacto principalmente a través de la mente pensante como intermediaria e instrumento; ella pone una impresión psíquica sobre el intelecto, la gran mente interior y la inteligencia institucional y los dirige a todos en esa dirección. En su nivel más elevado, la mente pensante siempre se impulsa hacia lo impersonal; en su busca ella llega a ser consciente de una esencia espiritual, una Realidad impersonal que se expresa ella misma en todos los signos y caracteres exteriores, pero es más que cualquier receta o representación manifestada. Ella (la mente) siente algo que llega a ser íntimamente e internamente consciente, -- una Verdad suprema, una Bondad suprema, una Belleza suprema, una Pureza suprema, una Bienaventuranza suprema; ella sustenta el contacto intenso, que cada vez es menos y menos impalpable y abstracto, y más y más espiritualmente real y concreto; el toque y la presión de una Eternidad y un Infinito que es todo lo que es y más. Hay una presión que desde esta Impersonalidad busca moldear la mente total en la forma de ella misma; al mismo tiempo la ley y el secreto impersonal de las cosas llegan a ser más y más visibles. La mente se desarrolla en la mente del sabio; primero el pensador mental elevado, entonces el sabio espiritual quien ha ido más allá de las abstracciones de pensamiento hacia los comienzos de la experiencia directa. Como resultado de todo esto, la mente llega a ser pura, amplia, tranquila, impersonal; hay una influencia tranquilizante similar en las partes de la vida; pero de otra manera, el resultado puede permanecer incompleto; porque el cambio mental se dirige más naturalmente hacia un estado interno y una quietud externa, pero, equilibrado en esta quietud purificadora, no impulsado a buscar, como las partes vitales buscan el descubrimiento de nuevas energías de vida; y sin presionar para obtener una eficiencia dinámica completa de la naturaleza. El esfuerzo sublime a través de la mente no cambia este balance; porque la tendencia de la mente espiritualizada es elevarse y, como al hacerlo, la mente pierde su apego a las formas, es en la impersonalidad vasta y ausente de formas que ella entra. Ella llega a ser consciente del Yo inmutable, del Espíritu genuino e inmaculado, la pura desnudez de una Existencia esencial, el Infinito sin forma y el Absoluto directamente sin nombre. Esta punto culminante puede ser alcanzado más directamente, dirigiéndose inmediatamente más allá de todas las formas y figuras, más allá de todas las ideas del bien y el mal o de la verdad o la falsedad o la belleza o la fealdad, hacia Eso que excede todas la dualidades, hacia la experiencia del Uno supremo, infinito y eterno, u otra inefable y sublime glorificación de la última percepción de la mente acerca del Yo o el Espíritu. Cuando se espiritualiza la consciencia, la vida se aquieta, el cuerpo cesa de necesitar y clamar y el alma surge en un silencio espiritual. Pero esta transformación a través de la mente no nos da la transformación integral; la transmutación de la psiquis es sustituida por un cambio espiritual en las extraordinarias y elevadas cimas, pero esto no es, la completa dinámica divina de la Naturaleza.

 

(2) El camino del corazón o la emoción.

 

Un segundo acercamiento o aproximación de contacto directo hecho por el alma, es a través del corazón: éste es su más cercano y rápido camino porque su asentamiento oculto está allí, justamente detrás del centro del corazón, en contacto directo con el ser emocional en nosotros; es consecuentemente a través de las emociones que eso puede actuar mejor al principio con su poder natural, con sus fuerzas vivientes de experiencia concreta. Es a través de un amor y una adoración del Todo-Bello, el Todo-Bienaventurado, el Todo-Bondad, de la Verdad y la Realidad espiritual del amor, que se hace este acercamiento; la parte estética y la emocional se juntan para ofrecer el alma, la vida y la naturaleza completa a aquello que ellos adoran. Este acercamiento a través de la adoración puede obtener su poder e ímpetus completo solamente cuando la mente va más allá de la impersonalidad a la consciencia de un Ser Personal supremo: entonces, todo llega a ser intenso, vívido, concreto; la emoción del corazón, los sentimientos, los sentidos espiritualizados alcanzan su absoluto; un completo darse llega a ser posible e imperativo. El naciente hombre espiritual, hace su aparición en la naturaleza emocional del devoto, el bhakta; pero si además, él llega a estar directamente consciente de su alma y sus dictados, uniendo su personalidad emocional con su personalidad psíquica y cambiando su vida y sus partes vitales, por la purificación, por el éxtasis de Dios, por el amor de Dios y los hombres y todas las criaturas en una entidad de belleza espiritual, llena de luz y bondad divina; él se desarrolla en un santo, y alcanza la naturaleza propia de este camino o acercamiento al Ser Divino. Pero por el propósito de una transformación integral esto tampoco es suficiente; debe de haber una transmutación de la mente pensante y todas las partes vitales y físicas de la consciencia en su propia naturaleza.

 

(3) El camino de la voluntad o la acción.

 

El gran cambio puede ser parcialmente obtenido agregando a las experiencias del corazón una dedicación o consagración de la voluntad pragmática, que debe triunfar al llevar a cabo – porque de otra manera no puede ser efectiva – la unión de las partes vitales dinámicas que apoyan la dinámica mental y que es nuestro primer instrumento de la acción exterior. La consagración de la voluntad en trabajar prosigue con una gradual eliminación del ego-voluntad y sus motivos-poderes de deseo; el ego se entrega el mismo a una ley superior y finalmente se destruye o se borra el mismo, parece que no existe, o si existe es solamente para servir a un Poder elevado o una Verdad excelsa, o para ofrecer su voluntad y actuar como instrumento del Ser Divino. La ley del ser y la acción o la Luz de la Verdad, que entonces guía al buscador, puede ser una claridad, poder o principio que el percibe en las elevadas alturas de la que su mente es capaz; o puede ser una verdad de la Voluntad divina que el siente presente y trabajando o guiándolo a él por una Luz, o una Voz, o una Fuerza, o una Persona Divina o Presencia. Al final, por este camino uno llega a la consciencia en la que uno siente la Fuerza o Presencia actuando en su interior y moviendo o gobernando todas sus acciones y la voluntad personal es completamente subyugada o identificada con la gran Verdad-Voluntad, Verdad-Poder o Verdad - Presencia.

 

Estos tres caminos, combinados y seguidos simultáneamente, tienen un efecto sumamente poderoso.

 

Una combinación de estos tres acercamientos, el acercamiento de la mente, el acercamiento de la voluntad, y el acercamiento del corazón, crea una condición espiritual o psíquica sobre la superficie del ser y la naturaleza que produce una gran y compleja abertura a la luz de la psiquis en nuestro interior y al Yo espiritual o el Ishwara, a la Realidad que ahora sentimos por arriba de nuestra envoltura y que nos penetra. En la naturaleza hay muchos cambios poderosos que se expresan de muchas formas; el espíritu construyendo y el Yo creando; la aparición de una perfección compuesta en el santo, el trabajador misericordioso y desinteresado, y el hombre de conocimiento espiritual.

 

Un cambio de la consciencia, un retiro dentro de él mismo, llega a ser imperativo en esta etapa,
para poder alcanzar el ser central, la verdadera Alma,
y dejar que ella sea la guía y la soberana de la naturaleza.

 

Pero para que este cambio llegue a su amplia totalidad y su profundidad completa, la consciencia tiene que cambiar su centro y su posición estática y dinámica, de la superficie al interior del ser ; es allí que nosotros debemos encontrar la base de nuestro pensamiento, vida y acción. Porque no es una transformación suficiente estar en la superficie de nuestro ser exterior recibiendo del ser interior sus ligeros indicios para seguirlos. Uno debe cesar de ser la personalidad superficial y ser la Persona interior, el Purusha. . . . Entonces es posible llegar a lo profundo de nuestro ser y alcanzar la nueva consciencia que ha de formarse con ambas, el yo exterior y el yo interior, uniendo las profundidades con la superficie. Allí debe crecer en nosotros o debe manifestarse una consciencia más y más abierta al ser recóndito y superior, más y más desnuda al Yo cósmico, al Poder y al descenso de lo Trascendente, girando hacia una gran Paz, dejando pasar una gran luz, fuerza y éxtasis; una consciencia que supera la personalidad diminuta y sobrepasa la luz limitada y la experiencia de la mente superficial; que va más allá de la fuerza reducida, la aspiración de la consciencia de la vida normal, y la oscura y limitada conformidad del cuerpo. Para esta penetración en la cripta luminosa del alma, uno tiene que pasar a través de toda la intervención del elemento fundamental vital al centro psíquico en nosotros, por muy largo, tedioso o difícil que pueda ser ese proceso. El método de despego de la insistencia de todo lo mental, vital y físico clama, llama e impulsa. Una concentración en el corazón, una austeridad, una purificación del yo, y un rechazo de los movimientos de la vida y la mente vieja, un rechazo de los deseos del ego, un rechazo de las necesidades y hábitos falsos, son todos ayudas útiles para poder pasar este sendero tan arduo: pero el más fuerte, el más central de todos estos caminos y métodos es ofrecernos a nosotros mismos, rendir todas las partes de nuestra naturaleza al Ser Divino, el Ishwara. Una obediencia estricta a la guía sabia e intuitiva de un Maestro es también normal y necesaria para todos con la excepción de algunos pocos con un don especial.

 

Dos resultados principales siguen este emerger:
primero una guía efectiva y una maestría que desenmascara y rechaza todo lo que es falso y oscuro o todo lo que se opone a la realización divina;
entonces, un influjo espontáneo de experiencias espirituales de todas clases.

 

A medida que la naturaleza exterior se rompe, y que las paredes de la separación interna se caen, la luz interna atraviesa, el fuego interno quema en el corazón, la sustancia de la naturaleza y el elemento fundamental de la consciencia se refina sutilmente y se purifica; y las experiencias profundas de la psiquis, aquellas que no solamente son de la mente interior y de la parte vital interior, se hacen posible en esta sutil, pura y refinada sustancia; el alma comienza a develarse, la personalidad psíquica alcanza su completa estatura. El alma, la entidad psíquica, entonces se manifiesta como el ser central que sostiene la mente, la vida y el cuerpo y apoya todos los otros poderes y funciones del Espíritu; se hace cargo de su mayor función como el guía y soberano de la naturaleza. Una guía, un gobierno comienza desde adentro, que expone cada movimiento a la luz de la Verdad, repele lo que es falso, oscuro y se opone a la divina realización: cada región del ser, cada rincón, cada esquina de él, cada movimiento, formación, dirección, inclinación de pensamiento, voluntad, emoción, sensación, acción, reacción, motivo, disposición, propensión, deseo, habito de la consciencia y el subconsciente físico, inclusive el más escondido, camuflajeado, mudo, recóndito, es iluminado con la luz psíquica de la verdad, sus confusiones se disipan, sus enredos se desenmarañan; sus oscuridades, sus decepciones son señaladas y removidas; todo es purificado, colocado correctamente, la naturaleza completa armonizada, modulada en el principio fundamental de la psiquis, puesta en el orden espiritual. Este es el primer resultado, pero el segundo es un flujo libre de todas clases de experiencias espirituales, experiencias del Yo, experiencias del Ishwara y la Divina Shakti, experiencias de la consciencia cósmica, un toque directo con las fuerzas cósmicas y con los movimientos ocultos de la Naturaleza universal, una simpatía o correspondencia psíquica, una unidad y comunicación interior e intercambios de todas clases con otros seres y con la Naturaleza, iluminaciones de la mente por el conocimiento, iluminaciones del corazón por el amor y la devoción y la felicidad espiritual y el éxtasis, iluminaciones del sentido y del cuerpo por la gran experiencia, iluminaciones de acciones dinámicas en la verdad y grandeza de una mente, un corazón y un alma purificados, la certeza de la luz y guía divina, el júbilo y el poder de una fuerza divina trabajando en la voluntad y en la conducta. Estas experiencias son el resultado de un acceso desde lo exterior hacia el ser superior interior y su naturaleza; entonces se pone en juego el poder del alma en una consciencia latente e infalible; su visión, su toque de las cosas es superior a cualquier comprensión o entendimiento mental; está ahí, innato e intrínseco a la consciencia psíquica, trabajando consagrada e inmaculadamente, con un sentido inmediato del mundo y sus seres, un contacto directo interno con ellos , con el Yo y con lo Divino – un conocimiento directo , una visión directa de la Verdad y de todas las verdades, una emoción y sentimiento espiritual directo y penetrante, una directa intuición de la correcta voluntad y la acción, un poder para regir y crear el orden del ser, no por las investigaciones y observaciones del yo superficial, sino de adentro, de la verdad interior del yo y las cosas, y las ocultas realidades de la Naturaleza.

 

La segunda fase de la transformación puede ser llamada espiritual;
es un abrirse a un Infinito sobre nosotros, una Presencia eterna, un Yo sin limites,
una Existencia infinita, una Consciencia infinita, una Bienaventuranza infinita, una Omnipotencia.

 

Pero todo este cambio y toda esta experiencia, aunque psíquica y espiritual en esencia y carácter, sería no obstante efectuado, en el nivel mental, vital y físico. . . Una mayor transformación espiritual debe intervenir en la psiquis o un cambio psíquico-espiritual; el movimiento psíquico hacia el ser interior, el Yo o la Divinidad en nosotros, debe ser completado por una elevación a un estado supremo espiritual o una existencia suprema. Esto puede ser logrado al abrirnos a eso que está sobre nosotros, por una ascensión de consciencia dentro de la extensión de la mente suprema y la naturaleza supramental en la cual, el sentido del yo y el espíritu están siempre develados y permanentes, y donde la instrumentación del yo luminoso en el yo y el espíritu no está restringida o dividida como en la naturaleza de nuestra mente, vida y cuerpo. El cambio de la psiquis también hace posible esto; porque a medida que ella nos abre a la consciencia cósmica ahora escondida de nosotros por las paredes de la individualidad limitada, también se nos abre lo que ahora es súper-consciente a nuestra normalidad porque se nos esconde en una fuerte, dura, y brillante cubierta de mente, - la mente constrictiva / compulsiva, divisiva / excluyente y separatista. La cubierta fina, es deslizada, se rompe en pedazos o se abre y desaparece debajo de la presión del cambio psíquico-espiritual y la urgencia natural de la nueva consciencia espiritualizada hacia eso del cual ella (la cubierta) es una expresión aquí. Si la grieta de la cubierta mental es abierta, la visión se nos abre a algo por encima de nosotros, o nos elevamos hacia ese algo, o hay un descenso de los poderes de ese algo en nuestro ser. De esa manera realizamos Infinito ante nosotros; una eterna Presencia o una Existencia infinita, un infinito de consciencia, un infinito de Bienaventuranza, - un Yo sin límites, una Luz sin límites, un Poder sin límites, un Éxtasis sin límites. Puede ser que por largo tiempo todo lo que se obtenga sea la visión ocasional o frecuente o constante de eso, y su añoranza y aspiración, pero nada más, porque aunque algo en la mente oiga, u otras partes del ser se hayan abierto a esa experiencia, la naturaleza baja como un todo es muy pesada y oscura todavía para algo más. Pero allí puede haber, en vez de su primera consciencia amplia desde abajo o subsecuentemente hacia eso, una ascensión de la mente a las grandes altura. La naturaleza de estas alturas, puede que no la sepamos o claramente no la podamos discernir, pero algunas consecuencias del ascenso es sentido; hay frecuentemente también una consciencia de una ascensión infinita y un regreso pero no se registra o se traduce ese ascenso.

 

El cambio espiritual culmina en una permanente ascensión
de la consciencia baja a la consciencia alta,
seguido por un descenso efectivo y permanente, de la naturaleza más alta a la naturaleza más baja.

 

En tiempo, el ascenso puede hacerse a voluntad, y la consciencia retorna reteniendo algunos efectos o beneficios de su viaje temporal a esos elevados lugares del espíritu. Estos ascensos se hacen muchas veces en trance (1), pero son perfectamente posibles en una concentración de la consciencia en actividad (2), donde esa consciencia a llegado a ser suficientemente psíquica, o en cualquier momento y sin ninguna concentración y por una atracción o afinidad hacia lo alto. Pero, estos dos tipos de contacto con la súperconsciencia, aunque pueden ser poderosos, iluminantes, estáticos o liberadores, son por ellos mismos insuficientemente efectivos: porque una completa transformación espiritual es necesaria, una ascensión permanente desde la consciencia baja hasta una consciencia más alta y un descenso efectivo y permanente de la naturaleza alta a la naturaleza baja.

 

Una nueva consciencia comienza a formarse con nuevas fuerzas de pensamiento y visión,
y el poder de una realización espiritual directa que es más que el pensamiento o la visión.

 

Esta experiencia del descenso puede ocurrir como resultado del trance, o como resultado de la concentración de la consciencia; o automática- mente antes de cualquiera de los dos por un influjo que pase o se filtre a través de una grieta de lo que llamaríamos la cubierta que lo impide. Una luz desciende y toca, envuelve o penetra el ser bajo, la mente, la vida del cuerpo; o una presencia, un poder o una corriente de conocimiento se derramada en torrentes, o hay una inundación de deleite o un éxtasis repentino; entonces el contacto con el súperconsciente ha sido establecido. Esas experiencias se repiten hasta que llegan a ser normales, familiares y bien entendidas, reveladoras de sus contenidos y significados, pudiendo al principio, haber sido encubiertas en secreto por la forma que la experiencia fue transmitida. Porque un conocimiento de lo alto comienza a descender, frecuentemente y constantemente y al final ininterrumpidamente, para manifestarse en la quietud y silencio de la mente; intuiciones e inspiraciones, revelaciones nacidas de una gran visión, una gran verdad y sabiduría entra en el ser, una luminosa e intuitiva discriminación trabaja aclarando todas las oscuridades todas la confusiones para poder comprender, poniendo todo en orden; una nueva consciencia empieza a formarse, la mente de un elevado y amplio conocimiento pensante existente en si mismo, o una consciencia iluminada, intuitiva o sobrenatural con unas fuerzas nuevas y un gran poder de realización directa espiritual que es más que pensamiento o visión, un gran llegar a ser en la sustancia espiritual de nuestro presente ser; el corazón y el sentido comienza a ser sutil, intenso e inmenso para abrazar toda la existencia, para ver a Dios, para sentir y oír y tocar lo Eterno, para hacer una unión más profunda y cercana del yo con el mundo, en una realización trascendente. Otras decisivas experiencias, otros cambios de consciencia determinan ellos mismos cuales son las inferencias y consecuencias de este cambio fundamental. Ningún límite puede ser establecido para esta revolución; porque ella es en su naturaleza una invasión del Infinito. Esta consciencia nueva tiene en ella misma la naturaleza del infinito: ella nos brinda el sentido espiritual, en gran parte de la naturaleza, consciente y permanente de lo eterno e infinito destruyendo limitaciones; la inmortalidad no llega a ser más, una creencia o una experiencia sino una consciencia normal; la presencia cercana del Ser Divino, su regencia del mundo y de sus miembros, su fuerza trabajando en nosotros y en todas partes, la paz del infinito y el júbilo del infinito son ahora concretas y constantes en el ser; en todos los lugares, en todas las formas uno ve lo Eterno, la Realidad, en todos los sonidos uno lo oye, en todo lo que se toca uno lo siente; no hay nada más que sus formas, sus personalidades, sus manifestaciones; la alegría o adoración del corazón, el abrazo de toda la existencia, la unidad del espíritu cubriendo todas las realidades. La consciencia de la criatura mental se torna en la consciencia del ser espiritual. Esta es la segunda de las tres transformaciones; uniendo la consciencia ya manifestada con lo que esta por encima, es el paso medio de los tres, la decisiva transición de la evolución espiritual natural. Para hacer esta nueva creación permanente y perfecta, la estructura de la naturaleza de nuestra ignorancia debe ser transfigurada y un gran poder, una Fuerza supramental debe intervenir para ejecutar /consumar /realizar esa transfiguración. Esta es la tercera fase:

 

La transformación supramental.

 

A medida que la psiquis cambia tiene que buscar lo espiritual para completar el cambio, de manera que el primer cambio espiritual tiene que haber producido la transformación supramental para finalizar. Porque todos estos pasos de avance son de transición como los anteriores; el cambio radical completo en la evolución, desde las bases de la Ignorancia hacia las bases del Conocimiento /Sabiduría, llega solamente por la intervención del Poder supramental y su directa acción en la existencia terrestre. Esta, entonces, debe de ser la naturaleza de la tercera y última transformación; finalizando el pasaje /camino /sendero del alma a través de la Ignorancia, basando su consciencia, su vida, su poder y forma de manifestación completamente, en un completo conocimiento efectivo del yo. La Verdad-Consciencia, encontrando la Naturaleza evolutiva lista, tiene que descender en ella y capacitarla para liberar el principio supramental; de manera que sea creado el ser supramental y espiritual como la primera manifestación develada de la verdad del Yo y el Espíritu en el universo material.

 

La Evolución Futura del Hombre - Sri Aurobindo
Final del Capítulo #6 - La Transformación Triple
Ensayo preparado por P.B. Saint - Hilaire - Agosto 1962
Traducido al Español por Hortensia De la Torre - Julio 1997