Capítulo (5): El Desarrollo del Hombre Espiritual

 

 

La espiritualidad es algo diferente que la intelectualidad; su señal es el signo de que un Poder más grande que la mente está luchando por emerger en un momento preciso. Es aparentemente una verdad considerable que la vida luce solamente una operación de la Materia; la mente una actividad de la vida, y ella puede parecer seguir eso que nosotros llamamos alma o espíritu que es solamente un poder de la mentalidad; y que el alma es una forma refinada de mente, y la espiritualidad una actividad de alto grado del ser mental encarnado. Pero esto, es un punto de vista superficial de las cosas debido a que los pensamientos se concentran en la apariencia y en los procesos, y no comprenden lo que descansa detrás de esas apariencias y esos procesos. Uno también puede concluir que la electricidad es solamente un producto o una operación del agua y las nubes, porque de ahí es que los rayos emergen; pero una profunda investigación ha demostrado que ambas, el agua y las nubes tienen, por el contrario, la energía de la electricidad como su fundación, el poder que los constituye o la sustancia - energía: lo que parece ser el resultado -- en realidad, aun cuando no en su forma -- es el origen; el efecto es en esencia preexistente a la causa aparente, el principio de la actividad que emerge precediendo su presente campo de acción. Eso es así, a través de la Naturaleza evolutiva; la Materia no podría llegar a ser animada si el principio de la vida no hubiera estado allí detrás de la vida y la sustancia, constituyéndola como su campo de operación y emergiendo en el fenómeno de una vida y cuerpo pensante; así que también la espiritualidad emergiendo en la mente es el signo de un poder que ha fundado y constituido la vida, mente y cuerpo y está ahora emergiendo como un ser espiritual en un cuerpo viviente y pensante. Cuan lejos esta manifestación llegará, y si podrá dominar y transformar su instrumento, es la pregunta subsecuente; pero lo que es necesario primeramente, es comprender la existencia del espíritu como algo diferente y mayor que la mente, la espiritualidad como algo diferente que la mentalidad, y el ser espiritual por lo tanto como algo distinto del ser mental: el espíritu es la manifestación evolutiva final porque es el factor y elemento original involutivo. La evolución es una acción inversa de la involución: el resultado final de la involución es el primero en aparecer en la evolución; el que fue el original en la involución es en la evolución el último y supremo en emerger. La espiritualidad es un despertar progresivo a una realidad interna de nuestro ser, al espíritu, al yo y al alma, los cuales no son nuestra mente, vida y cuerpo. Es una aspiración interna para saber y para entrar en contacto y unión, con la gran Realidad más allá de la comprensión humana, la que penetra el universo y vive en nosotros; y el resultado de esa aspiración, ese contacto y esa unión, es un cambio, una conversión, y el nacimiento de un nuevo ser.

 

En la mente del animal no hay diferencia entre su vida material y su vida real; sus movimientos están tan involucrados en los movimientos de la vida que el no puede separarse y observarlos; pero en la mente del hombre eso ha podido realizarse, él puede llegar a ser consciente de sus operaciones mentales como diferentes de las operaciones de su vida; y sus pensamientos y su voluntad pueden desprenderse de sus sensaciones e impulsos; puede desprenderse de sus deseos y reacciones emocionales, puede apartarse de ellos, observarlos y controlarlos, sancionarlos o cancelar sus funciones: el todavía no sabe lo suficiente de los secretos de su ser para estar consciente de él mismo y decidir con certeza como un ser mental en una vida y cuerpo, pero él tiene internamente esa impresión y puede dirigirse hacia ella. Así que también al principio, el alma en el hombre no aparece como algo definitivamente distinta de su mente y de su vida mental; sus movimientos están involucrados en los movimientos de su mente, sus operaciones parecen ser actividades mentales y emocionales; el ser humano mental no está consciente de un alma en él, separada de la mente, la vida y el cuerpo, el mismo, viendo, controlando y moldeando sus acciones y formaciones: pero como la evolución interna continua, eso es precisamente lo que puede, debe y pasa – es la larga espera pero el inevitable paso en nuestro destino evolutivo. Habrá un emerger, un surgir, en el cual el ser se separa el mismo de sus pensamientos y se ve en un silencio interno como el espíritu en la mente o se separa el mismo, de los movimientos de la vida, deseos, sensaciones, energía cinética, impulsos y es consciente de él, como el espíritu que sostiene la vida, o se separa de su sentido corporal y conoce que el mismo es el espíritu - alma de la Materia: este es el descubrimiento de nosotros mismos como el Purusha, el ser mental, la vida - alma, el "yo soy" sutil que sostiene el cuerpo. Esto es recibido por muchos como el descubrimiento capaz de realizar la verdad interna (la realización), y en cierto sentido ellos están correctos; porque es el espíritu que se representa a sí mismo con relación a las actividades de la Naturaleza, y esta revelación de su presencia es suficiente para liberar el elemento espiritual: pero el descubrimiento propio puede ir mucho más allá, el puede inclusive poner a un lado toda la relación con la forma o acción de la Naturaleza. Porque es comprendido y visto que cada una de esas entidades son representaciones de la Entidad divina, de la cual la mente, vida y cuerpo son solamente formas e instrumentos: nosotros somos entonces el Alma mirando a la Naturaleza, conociendo toda su dinámica en nosotros, no por una percepción mental y observación, sino por una consciencia intrínseca y un sentido directo de las cosas y su visión estimada exacta, capaz por lo tanto, por este emerger, de tener un control en nuestra naturaleza y cambiarla. Cuando hay un completo silencio en el ser, una completa quietud o una tranquilidad no afectada por los movimientos superficiales, entonces nosotros podemos llegar a ser consciente de nuestro Yo, de la sustancia espiritual de nuestros ser, de la existencia que excede inclusive al alma individual, dilatándose uno mismo en el universo, traspasando toda dependencia de cualquier forma o acción, expandiéndose hasta trascender donde los limites no son visibles.

 

Son estas liberaciones de la parte espiritual en nosotros, los pasos decisivos de la evolución espiritual en la Naturaleza. Cuando el emerger es decisivo, un signo de esto es la acción en nosotros de una consciencia intrínseca e inherente a su existencia propia, la cual se conoce ella misma por la mera verdad de ser, conoce todo lo es por su identidad con todo, e inclusive comienza a ver todo lo que en nuestra mente luce externo, de la misma manera, por un movimiento de identidad o por una consciencia directa intrínseca, que todo lo envuelve y penetra, entrando en sus objetos y descubriéndose en ellos, siendo consciente de algo que no es mente, vida o cuerpo. Entonces hay evidentemente una consciencia espiritual que no es la mental, y que testifica de la existencia de un ser espiritual en nosotros el cual no es nuestra personalidad mental superficial. Pero al principio esta consciencia puede estar confinada a un estado del ser separado de la acción de nuestra ignorante naturaleza superficial, observándola, y limitándose al conocimiento, mirando las cosas con un sentido espiritual y una visión de la existencia. Para la acción, puede todavía depender del instrumento mental, vital y corporal, o puede dejarlos que actúen de acuerdo con su propia naturaleza y quedarse satisfecha con su propia experiencia y conocimiento con una liberación interna, la libertad final: pero esta consciencia puede y usualmente lo hace, ejercitar cierta autoridad, gobierno, influencia en el pensamiento, en los movimientos de la vida, en la acción física; un control purificador que compele a movernos en una dirección más alta, en una verdad pura de nosotros mismos, a obedecer o a ser una instrumentación de un influjo de algún Poder divino o de una dirección luminosa que no es mental sino espiritual y que puede ser reconocida como teniendo cierto carácter divino – la inspiración de un gran Yo Soy o el mandato del Soberano de todos los seres, el Ishwara. O la naturaleza puede obedecer lo más íntimo de la entidad síquica, moviéndose en una luz interna y siguiendo una dirección interna. Esto es ya una considerable evolución y ascensión para un principio por lo menos de una transformación síquica y espiritual. Pero es posible ir más allá; porque el ser espiritual una vez que ha logrado liberarse, puede desarrollar en mente más altos niveles, que son su atmósfera natural y traen la energía supramental y la acción, las cuales son propias de la consciencia Verdadera; el instrumento ordinario mental, el instrumento de la vida, y el instrumento físico inclusive, pueden entonces ser transformados enteramente y dejar de ser parte de una ignorancia, por muy iluminada que esté, y llegar a ser una creación supramental la cual sería la verdadera acción de una consciencia espiritual verdadera y un conocimiento. Por lo tanto, debe ser enfatizado que la espiritualidad no es una alta intelectualidad, no un idealismo, no un viraje ético de la mente, o una pureza mental o austeridad, no es una religiosidad o un ardiente y exaltado fervor, ni siquiera una combinación de todas esas excelentes cosas; una creencia mental, un credo o fe, una aspiración emocional, una regulación de conducta de acuerdo con una religión o una fórmula ética no son unos logros y experiencias espirituales. Esas cosas son de un valor considerable a la mente y a la vida; ellas son de mucho valor a la evolución espiritual como los movimientos disciplinarios preparatorios, purificando o dándole una forma conveniente a la naturaleza; pero ellas todavía pertenecen a la evolución mental, -- el principio de una realización espiritual y experiencia donde el cambio no está todavía ahí. La espiritualidad es un su esencia un despertar de la realidad interna de nuestro ser, al espíritu, al Yo, al alma, la cual no es otra que nuestra mente, vida y cuerpo, una aspiración interna de saber, sentir, ser eso, o entrar en contacto con la gran realidad que penetra el universo y que habita también en nuestro ser, estar en comunión con ese Yo y en unión con El, y transformar nuestro ser como resultado de esa aspiración, ese contacto, esa unión y crecer o despertar en un llegar a ser, o un nuevo ser, o un nuevo yo, o una nueva naturaleza. En su tentativa para abrir el ser interno, la Naturaleza ha tomado cuatro diferentes caminos: la religión, el ocultismo, el pensamiento espiritual y la realización interna espiritual y experiencia. Hay cuatro caminos que la Naturaleza ha tomado en su tentativa de abrir el ser interno – la religión, el ocultismo, el pensamiento espiritual y la realización interna espiritual y experiencia: los tres primeros son acercamientos, el último es la avenida decisiva para entrar. Todos esos cuatro poderes han trabajado simultáneamente, más o menos conectados, algunas veces en colaboración, otras peleando los unos con los otros y muchas veces independientemente.

 

La religión ha admitido un oculto elemento en su rituales, ceremonias y sacramentos; ella ha descansado sobre el pensamiento espiritual, derivando de ello, algunas veces un credo o una teología, y otras veces apoyando la filosofía espiritual, -- el primero, ordinariamente, es el método occidental, el último, el oriental: pero la experiencia espiritual es la meta y logro final de la religión, su cielo, su cima, su ápice. Cada uno de estos recursos o acercamientos corresponden a algo en nuestro ser completo y por lo tanto a algo necesario para la meta total de su evolución. Hay cuatro necesidades para la meta total de su evolución. El hombre tiene cuatro necesidades para su propio desarrollo si es que no ha de permanecer el ser superficial e ignorante buscando oscuramente la verdad de las cosas y coleccionando y sistematizando fragmentos y pedazos de conocimiento; la criatura pequeña y limitada y parcialmente competente del cosmos. La fuerza que es él ahora es su naturaleza fenomenal. Él debe completamente conocerse a si mismo y al mundo, debe buscar en su interior y su exterior, debe ir a lo más profundo de su mente superficial y de su naturaleza física; y esto, solo lo puede hacer, conociendo su ser interior mental, vital, psíquico y físico y sus poderes y movimientos en las leyes universales y los procesos de la Mente oculta y la vida, que están detrás de todo ese frente material del universo: éste es el campo del que se ocupa el ocultismo, si nosotros tomamos esa palabra en su amplio significado. Debemos saber también el Poder oculto o los poderes que controlan el mundo: si hay algún Yo Cósmico o un Creador, él debe ser capaz relacionarse con Eso o Él y ser capaz de permanecer en cualquier contacto o comunión que sea posible, ponerse de acuerdo con los grandes Maestros del universo o con el Ser universal y su voluntad universal o con un Ser supremo y su suprema voluntad, siguiendo las leyes que El le da y las metas que le revela o le asigna su la vida y en su conducta; levantarse el mismo hacia las altas demandas que Él le hace en su vida ahora o en su existencia en el más allá; si no hay tal Espíritu o Ser universal o supremo, el debe saber que hay y como elevarse para llegar a él para librarse de la imperfección e impotencia. Este acercamiento es la meta de la religión: su propósito es conectar el ser humano con el Divino y al hacerlo, sublimar sus pensamientos, su vida y su materia para que ellos puedan admitir la regla del alma y el espíritu. Pero este conocimiento debe ser algo más que un credo o una revelación mística; su mente pensante debe ser capaz de aceptarlo y correlacionarlo con el principio de las cosas y de la verdad observada del universo: este es el trabajo de la filosofía, y en el campo de la verdad del espíritu eso puede solamente ser hecho por una filosofía espiritual, ya sea intelectual en sus métodos o intuitivos. Porque todo conocimiento y esfuerzo puede alcanzar su complacencia solamente si es experimentado y llega a ser parte de la consciencia y sus operaciones establecidas; en el campo espiritual de todas estas religiones, lo oculto o el conocimiento filosófico y el esfuerzo, debe acarrear deleite y complacencia, finalizando en una amplitud de consciencia espiritual, en experiencias que mejoren y enaltezcan, que expandan y enriquezcan la consciencia, con la verdad del espíritu: éste es el trabajo de la realización y experiencia espiritual. Solamente la realización y experiencia espiritual puede alcanzar el cambio del ser mental al ser espiritual. Porque ninguno de estos tres primero acercamientos pueden por ellos mismos completamente llenar el gran y último propósito de la Naturaleza; ellos no pueden crear en el hombre mental el ser espiritual, a menos que se abran la puerta de la experiencia espiritual. Es solamente por una realización interna por lo que estos tres acercamientos están buscando, por una experiencia abrumadora o por muchas experiencias que traigan un cambio interno, por una transmutación de la consciencia, por una liberación del espíritu desde su presente mente, vida y cuerpo encubierto en la que pueda emerger el ser espiritual. Esa es la línea final del progreso del alma hacia la cual otros apuntan y cuando ella está lista a liberarse ella misma de los otros acercamientos, entonces el trabajo real y verdadero ha comenzado y el principio del cambio ya no está más distante. Hasta ese momento todo lo que el ser humano mental ha alcanzado es la familiaridad con la idea de las cosas más allá de él, con la posibilidad de un cambio de actividad a otro mundo, con el ideal de una perfección ética; él puede haber hecho algún contacto con los grandes Poderes o Realidades que ayudan a su mente, su corazón o a su vida. Puede que sea un cambio pero no una transmutación del ser mental al ser espiritual. La Religión y sus pensamientos y ética y el misticismo oculto en los tiempos antiguos crearon el sacerdote y el mágico, el hombre religioso, el hombre justo, el sabio, en fin, mucho altos grados de mentalidad; pero es solamente después de la experiencia espiritual a través del corazón y la mente que vemos llegar al santo, al profeta, al Rishi, al Yogui, al buscador, al sabio espiritual y al místico, y son las religiones, donde esos hombres espirituales nacen en el ser, las que han resistido, cubriendo el globo y dando a la humanidad su aspiración y cultura espiritual. La última y mayor liberación es el hombre liberado que ha realizado el Yo y el Espíritu en su interior, entrado en la consciencia cósmica, pasado a una unión con el Eterno y si el sigue aceptando la vida y la acción, actúa por la luz y la energía del Poder dentro de él trabajando a través de su instrumento humano de la Naturaleza. La mayor enunciación del cambio y logro espiritual es una total liberación del alma, mente, corazón y acción, fundir todos ‘ellos’ en el ‘Yo cósmico’ y la Divina Realidad. La evolución espiritual del individuo ha encontrado entonces su camino y llegado hasta la cima de los grandes Himalayas de su suprema naturaleza. Más allá de esas alturas hay abierto solamente el ascenso supramental o la Trascendencia incomunicable. El misticismo y la espiritualidad han sido criticados desde dos puntos de vista. Esas críticas deberán ser examinadas antes de seguir adelante.

 

(1) El místico le da la espalda a la vida.

 

El místico en este punto de vista es un hombre que vive en lo irreal, dentro de las regiones ocultas de la tierra de quimeras que el mismo se ha creado, perdiendo allí su camino. . . El místico lo mismo se separa de la vida como un ascético de otro mundo o como un visionario apartado, por lo tanto no puede ayudar a la vida, o el no puede dar mejor solución o resultado que el hombre práctico o el hombre de razón e intelecto. A esta clase de critica uno puede contestarle, que la verdadera tarea de la espiritualidad no es resolver los problemas humanos en las bases del pasado o presente, sino crear una nueva constitución de nuestro ser, nuestra vida y nuestro conocimiento. El ascético o la tendencia a estar en otro mundo del místico es una afirmación extrema de su negativa para aceptar las limitaciones impuestas por la Naturaleza material: porque su verdadera razón de ser es ir más allá de esa Naturaleza y si no puede transformarla él debe dejarla. Al mismo tiempo, el hombre espiritual no se ha apartado del todo de la vida humana; porque el sentido de unidad con todos los seres, la fuerza del amor y compasión universal, la voluntad de dar las energías por todas las criaturas, son el centro de la dinámica que abarca el espíritu: por lo tanto él ha ayudado, él ha guiado como los antiguos Rishis o los profetas, o parado de crear, y lo que él ha hecho ha sido con algo del poder directo del Espíritu, y los resultados han sido prodigiosos. Pero la solución del problema que la espiritualidad ofrece, no es una solución por medios externos, aunque esto también tiene que ser usado, pero es un cambio interno, una transformación de la consciencia y la naturaleza. Si el resultado no es decisivo, y ha sido solamente una contribución, un acrecentamiento de algunos nuevos y refinados elementos a la suma de la consciencia, la consecuencia general ha sido, que no ha habido una transformación de la vida, y es, porque el hombre en la masa total, siempre se ha apartado del impulso espiritual, retractándose de esa idea o tomándola solo como forma y rechazando el cambio interno. Bhagavad-Gita. La elevación Budista de la compasión universal, karuna, y la benevolencia (vasudhaiva kutumbakam, "toda la tierra es mi familia"), es el más alto principio de acción, como el énfasis Cristiano en el amor indica este lado dinámico del ser espiritual. La espiritualidad no puede hacer un trato con la vida por un método no espiritual o tratar de curar sus enfermedades con la panacea u otros remedios mecánicos, políticos o sociales que la mente está constantemente tratando de emplear para resolver cualquier cosa y siempre han fallado y continuarán fallando. Los cambios más drásticos hechos por estos remedios no han cambiado nada; porque las viejas enfermedades existen en una nueva forma: el aspecto del ambiente se ha cambiado, pero el hombre sigue igual; el es todavía un ser mental ignorante que no usa efectivamente o no sabe usar su conocimiento, movido por un ego y gobernado por los deseos vitales, las pasiones y las necesidades del cuerpo, no espiritual y superficial en su aspecto, ignorante de su propio yo y las fuerzas que lo manejan y usan. Las construcciones de su vida tienen un valor como expresiones de su ser individual y colectivo en el nivel o estado que él ha alcanzado o como una maquinaria para la conveniencia y el bienestar de sus partes vitales y físicas, y un medio para su crecimiento mental, pero ellas no pueden llevarlo más allá de su presente "yo" o servirle como maquinaria para transformarlo; su transformación y sus perfecciones pueden solo llegar más adelante por la evolución. Solamente un cambio espiritual, una evolución de su ser desde el hombre mental superficial hacia la consciencia espiritual profunda, puede hacer una diferencia real y efectiva. El descubrir el ser espiritual en él mismo es la tarea principal del hombre espiritual y ayudar a otros hacia la misma evolución es el verdadero servicio de la raza; hasta que esto se haga, una ayuda exterior puede socorrer y aliviar, pero nada o casi nada es posible. Es verdad que la tendencia espiritual ha sido más bien mirar más allá de la vida, que mirar la vida. También es verdad que el cambio espiritual ha sido individual y no colectivo; sus resultados han sido exitosos en el hombre, pero han fracasado o solamente han operado indirectamente en la masa humana. La evolución espiritual de la Naturaleza todavía está incompleta y en proceso – uno puede casi decir, está todavía en sus principios – y su mayor preocupación ha sido afirmar y desarrollar las bases espirituales de la consciencia y el conocimiento, y crear más y más una base o formación para la visión de eso que es eterno en la verdad del espíritu.

 

(2) El conocimiento místico es puramente subjetivo.

 

Consideremos otra objeción al místico y su conocimiento; no en contra de sus efectos sobre la vida sino en contra de sus métodos para descubrir la Verdad y en contra de la Verdad que el descubre; porque indiscutiblemente que el resultado actual de sus métodos no es una verdad común a todos, hay una gran diferencia; la conclusión que se sugiere es que ese conocimiento no es verdad del todo sino una formación mental subjetiva. Pero esta objeción es basada en una confusión de la naturaleza del conocimiento espiritual. La verdad espiritual es una verdad del espíritu, no una verdad del intelecto, no un teorema matemático o una formula lógica. Es una verdad del infinito, una en una diversidad infinita, y puede asumirse una infinita variedad de aspectos y formaciones: en la evolución espiritual es inevitable que deba de haber muchos senderos o caminos para alcanzar la única Verdad, muchos senderos escogidos; estos muchos senderos es el signo de un acercamiento del alma a una realidad viviente, no una abstracción o una forma hecha de cosas que pueden ser petrificadas en una fórmula muerta. La noción lógica e intelectual de la verdad es una sola idea que todos deben aceptar, una idea o sistema de ideas que anula las otras ideas o sistemas, o una verdad limitada o una fórmula de verdades que todos deben de reconocer, es una ilegitima transferencia de la verdad limitada del campo físico, a un campo de vida, mente y espíritu mucho más complejo y plástico. Esta transferencia ha sido responsable de muchos daños; ella trae al pensamiento estrechez, limitación y una intolerancia de las variaciones necesarias y la multiplicidad de puntos de vista sin los cuales no puede existir la totalidad de la verdad encontrada; y por la estrechez y las limitaciones mucha obstinación en los errores. Ella reduce la filosofía a un laberinto sin final de disputas estériles; la religión ha sido invadida por esta errónea prisión e infectada con credos dogmáticos, fanatismo e intolerancia. La verdad del espíritu es una verdad del ser y la consciencia, y no una verdad de pensamiento: las ideas mentales solamente representan o formulan algunas facetas, algún principio o poder traducido por la mente o que enumeran sus aspectos, pero para conocerla uno tiene que crecer en ella y ser ella; si no se crece en ella y sé es ella no puede haber un conocimiento espiritual verdadero. La verdad fundamental de la experiencia espiritual es una, su consciencia es una, donde quiera que ella sigue las mismas líneas y tendencias generales del despertar y el crecer en el ser espiritual; porque esos son los imperativos de la consciencia espiritual. Pero también hay, basado en esos imperativos innumerables, posibilidades de expresiones y experiencias variadas: la centralización y la armonización de esas posibilidades, y también el único e intensivo cumplimiento de cualquiera de sus líneas de experiencias son ambos movimientos necesarios de la Consciencia - Fuerza dentro de nosotros para emerger. Por otra parte el ajuste de la mente y la vida a la verdad espiritual, su expresión en ellos, debe variar con la mentalidad del discípulo (el que busca) tanto como él no se alce por arriba de todas las necesidades de tal ajuste o expresión limitada. Es este elemento mental y vital que ha creado las oposiciones que todavía divide los buscadores espirituales o llegan a las diferentes afirmaciones de la verdad que ellos experimentan. Esta diferencia y variación son necesarias para la libertad de la busca y el crecimiento espiritual: sobrepasar las diferencias es del todo posible, pero es más fácil hacerlo en experiencia; mentalmente la diferencia debe permanecer hasta que uno puede superar la mente completamente con una consciencia encumbrada e integrar, unificar y armonizar todas las versiones de la verdad del Espíritu. El supremo Yo es uno, pero las almas de ese Yo son muchas, y como El Es las formaciones del alma de la naturaleza, así será su propia expresión espiritual. Una multiplicidad en el uno es la ley de la manifestación; la unificación supramental debe armonizar esa multiplicidad, porque abolirlas no es la intención del Espíritu de la Naturaleza.

 

 

La Evolución Futura del Hombre - Sri Aurobindo.
Final del Capitulo #5 - El Desarrollo del Hombre Espiritual.
Ensayo preparado por P. B. Saint Hilaire - Agosto 1962.
Traducido al Español por Hortensia De la Torre - Julio 1997