Los Ocho Versos del Adiestramiento Mental
 
 
 
Enviado por Alejandro Guidoni - Zhèng yăng - desde Buenos Aires, Argentina.
 
Todo el mundo quiere ser feliz y no infeliz y todo lo que hacemos está dedicado a este final.  Pero no solo lo debemos desear, sino también debemos saber y analizar las situaciones en las que estamos.  Los problemas llegan, y por eso debemos aprender en las circunstancias, a manejarnos de una forma feliz.  Y eso es lo que estos versos nos enseñan.
 
1. Qué pueda siempre apreciar a todos los seres sintientes, considerándolos más preciados que la joya que concede todos los deseos y aspirando a lograr el objetivo supremo.
 
2. Qué donde quiera que vaya y con quienquiera que esté, pueda considerarme inferior a todos, y desde el fondo de mi corazón pueda apreciar a los demás y considerarlos como más supremos.
 
3. Con todas las acciones vigilaré mi mente; que tan pronto surja un pensamiento descontrolado, pueda con fuerza rechazarlo inmediatamente, ya que me destruye a mí y a los demás.
 
4. Cuando me encuentre con seres perversos oprimidos por el peso de su falta de virtud y su sufrimiento, pueda cuidarle como si hubiera descubierto un preciado tesoro ya que estos seres son muy difíciles de encontrar.
 
5. Cuando por envidia otros me maltraten con injurias, insultos y demás, practicaré aceptando mi derrota y ofreciendo la victoria a los demás.
 
6. Cuando a alguien que he beneficiado y en quien he depositado grandes esperanzas me haga un daño terrible, practicaré considerándolo como él más grande de los maestros.
 
7. En resumen, tanto directa como indirectamente, ofrezco todo beneficio y felicidad a todas mis madres y que pueda asumir secretamente sus malas acciones y sufrimientos.
 
8. Sin manchar estas prácticas con la superstición de los ocho dharmas mundanos, percibiéndolos como ilusorios, practicaré sin aferrarme, para liberar a todos los seres de la esclavitud de la mente descontrolada y perturbadora del karma.
 
 
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