©El Mar, la Arena, el Sol, y el Kaisen-Do
 
Por: Henry Binerfa Castellanos.
Cinturón negro 3er Dan.
Director Técnico Provincial del Kaisen-do en Camagüey.
 
 
©El sheishin Tarem (Forjar un espíritu puro)
 
 
El sonido del silbato anunciaba el despertar para mis alumnos, justo en el momento en donde el sol parecía manar de las entrañas más profundas del mismo mar y entregándose a la cúpula del mismo cielo. Todos se apresuraron en llegar a la formación, saben que un ‘Artista Marcial’ debe ser siempre puntual. En aquel momento se escucho el saludo tradicional que parecía unirse al sonido habitual de la naturaleza y su entorno. El calentamiento previo nos acondiciono para seguir con una rutina de ejercicios para el desarrollo de la flexibilidad, después de pasados unos treinta minutos, nos enfrentamos al reto de correr algunos  kilómetros por la orilla de la playa, siendo más explicativo, con el agua al nivel de las rodillas y el fuerte sol que para ese momento se había convertido en una fuerza castigadora uniéndose al poderío del salitre, el agua y la arena que parecían aguantarnos los pies en la carrera. Para cuando las primeras gotas de sudor comenzaron a brotar. la voluntad se alzaba y se mantenía en cada momento más firme. Después de 25 minutos de carrera intensa, tomamos un descanso para poder continuar más tarde la segunda sección de entrenamiento, donde la parte técnica predominaría en mayor escala.
 
Terminado el tiempo de descanso, adoptamos la postura clásica y presentamos el Kihon Shin No Tsuki (El espíritu del puño). Todos sabían que no resultaría fácil pues debíamos mantener una posición de Fudo Dachi velando por conservar la postura bien baja, y ejecutando 50 repeticiones por cada mano. Después de 20 minutos, cuando los hombros caían por la fatiga muscular que ya demostraba que estaba presente, después de unos 700 golpes los estudiantes de menos experiencia empezaron a incomodarse y sus caras pedían a señas que terminara el ejercicio, pero sin poder continuar, siguieron golpeando, no podían ablandarse frente a los demás del grupo, mí Kiai (Grito del Karateka) daba el ritmo y le reforzaba la bravura típica de un artista marcial, ellos se apoyaban en mí y yo me apoyaba en ellos, esto nos envolvió en un estado más allá de la línea, lo que yo le llamo el segundo aire, el segundo aire es el estado mental donde se han realizado las más grandes proezas que la humanidad conoce, el segundo aire es donde se forjan los campeones, es donde nacen los héroes, es donde se comprende que el cansancio y el dolor no son dos cosas separadas con respecto a nosotros, es aquí donde se entiende que nosotros somos esa misma cosa que nos aqueja. Inmediatamente el dolor se desvaneció, la mente olvidó el cuerpo y quedo vacía. Solo era una combinación de golpes armoniosos unidos al Kiai que parecían cruzar el mar como las oraciones rezadas con la fe inquebrantable de los hijos de Dios.
 
Sentir la unidad es una experiencia inolvidable, aquel día estuvimos unidos por un ritmo correcto y el Kiai, que parecía mas bien un ‘mantra’; nadie cayo al suelo, todos persistieron hasta el final, completamente bañados en sudor y con mirada amenazante, se alzaba el espíritu de aquellos que aun golpeaban al aire. Cuando desapareció el pensamiento de “cuando terminará esto”, repentinamente  asombrando a todos se escuchó la palabra “Naore”, que daba terminación al ejercicio. Todos reflejaban una cara de confusión,  y empezaron a comprender hasta donde ellos creían que podían llegar, y para su asombro vieron hasta donde llegaron, y descubrieron que no les hubiera importado haber seguido. Después me miraron y sonrieron, era el estado de la ‘locura marcial’.  Les devolví la sonrisa camine hacia ellos y les pase el brazo por encima a mis Sempais diciéndoles: Hemos compartido 1400 golpes en la posición de Fudo Dachi, bajo el fuerte sol, y la blanda arena, el esfuerzo realizado hoy nos deja al desnudo y nos enseña quienes somos realmente, susceptibles al dolor y al cansancio, pero también nos muestra cómo se puede alcanzar un estado superior de la mente, donde el espíritu se fortalece en medida en que el cuerpo parece debilitarse. Hoy se realizó el sheishin Tarem (Forjar un espíritu puro) y hemos purificado nuestra alma y nuestro ser.
 
Este tipo de entrenamiento no se realiza todos los días, pero sí periódicamente; mantiene una buena salud física y mental, y fortalece los vínculos entre alumnos y maestro, convirtiendo el equipo en una gran familia que ni el mismo tiempo puede dividirla.
 
 
 
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