- Desmitificando
    el Karma
- Título original: Demystifying
    Karma
-  
 Por
    el Rev. Da
    Shi Yin De - Desde:
    Arizona Zen Buddhist Society Por
    el Rev. Da
    Shi Yin De - Desde:
    Arizona Zen Buddhist Society
-  
- Traducido
    al Español por el Upasaka Fernando Valencia (Zhèng chún), desde Bogotá, Colombia.
- Traducción
    presentada a 'Acharia' el jueves, 29 de julio de 2004
-  
-  
- En
    mi juventud, la bebida solía ser el combustible para mis especulaciones
    filosóficas. Hoy en día, y cada vez con mayor intensidad, una buena
    caminata es lo mejor para estimular mi interés en temas espirituales.
El fin de semana pasado,
    en una salida relativamente relajada a través del Desierto de la Gran
    Sonora, paramos con mi compañero a almorzar en unas rocas de un río ya
    seco (Risible caso el de Arizona, ríos por doquier pero ni una gota de agua
    en ellos).  Terminado el
    almuerzo, mi compañero rompió el silencio con lo siguiente, “debo sufrir
    de un mal karma pues nuevamente me excluyeron de un posible ascenso dentro
    de mi compañía.” A lo cual contesté, 
    “¿Y qué has hecho al respecto?” A lo cual replicó “¿Qué he
    hecho respecto a qué? Nada se puede hacer respecto al karma, simplemente es
    lo que es.”
A
    veces me pregunto de dónde saca la gente la idea de que el karma es algún
    tipo de fuerza misteriosa con voluntad propia... y consecuentemente, la idea
    de que hay karmas buenos y karmas malos. El karma es simplemente la red de
    causas y efectos en la cual nos encontramos inmersos. Se trata más de cómo
    manejamos una determinada situación, de cómo actuamos y de cómo
    reaccionamos ante ésta, lo que hace que parezca buena o mala. El karma es
    impersonal... es solo otro nombre para la actividad de Maya. Los átomos
    giran, la gente se siente amenazada y chismorrean, el agua se evapora, los
    bebés lloran, la gravedad atrae, y los egos se resguardan con los siete
    pecados capitales: celos, ambición, lujuria, ira, pereza, gula y orgullo.
  - Nos
    levantamos y reiniciamos nuestra caminata; y comencé a explicar la posición
    del Budismo Zen respecto al Karma.
-  
- “Finalmente
    el Karma es un concepto muy sencillo, el cual ha sido exaltado a través del
    tiempo llevándolo a una especie de plano místico con fuerza mágica. No
    hay predeterminación, ni fatalismo, ni intención divina consigo. Lo que
    es... es.”
-  
- La
    palabra Karma es una variante del sánscrito que significa acción. La
    perspectiva Zen respecto al Karma es aquella que toda acción conlleva
    consecuencias, tanto inmediatas como a largo plazo. Algunas son obvias y
    otras aparecerán obvias solo a través de reflexión personal. De no
    haberla, se escabullirán y nos darán severo golpe en la cabeza como le
    acontecía a mi compañero cada vez que de ascensos laborales se trataba. Mi
    compañero realmente pensaba que el no tenía ninguna influencia sobre su
    karma, ni en sus posibilidades de ser ascendido a un cargo mejor, que de
    alguna manera el universo estaba en su contra, o que su ‘energía kármica’
    estaba fuera de balance.
-  
- “Vamos”,
    le dije. “Piénsalo mejor. ¿Requería el nuevo cargo alguna habilidad
    especial para aspirar a él? ¿Requería destrezas particulares en algunas
    áreas?”
-  
- “Supongo
    que sí”, contestó. “Muy seguramente sí. O sea, era un ascenso que
    implicaba mayor grado de responsabilidad y una perspectiva más amplia al
    interior de la empresa y frente a la comunidad también. 
    Y no solo eso, también implicaba aprender español, lo cual yo habría
    hecho en unos pocos  meses si
    hubiera recibido el ascenso. Además, he trabajado para la compañía por más
    de diez años, y lo mínimo que pensé es que tendrían en cuenta mi
    experiencia. No solo eso, todos en la empresa sabían que yo quería ese
    ascenso.”
-  
- “Querías
    ‘ser’ pero no querías ‘hacer’”, le dije. En el Zen encontramos
    muchas personas que quieren ser reconocidos como Budistas. Quieren proclamar
    ¡Soy Budista! Pero no quieren hacer el trabajo duro de disciplinarse a sí
    mismos y llevar a cabo las prácticas Zen. Solamente hasta que estamos
    suficientemente motivados para hacer la tarea, y no estamos proyectando un
    ideal egocéntrico de que ya el producto está terminado, es que llegamos a
    alguna parte.
-  
- “¿Y
    quién obtuvo el ascenso?”, le pregunté.
-  
- “No
    me lo vas a creer”, replicó. “Se lo dieron a un tipo nuevo, recién
    egresado de la universidad. Es decir, ¡apenas lleva dieciocho meses con
    nosotros!”
-  
- Comencé
    a percibir algo de lo que realmente estaba pasando. Mi compañero es una de
    esas personas que sienten que ‘el mundo les debe algo mejor por el simple
    hecho de estar siempre presentes’. Es decir, trabaja duro y hace
    exactamente lo que tiene que hacer. Nada menos, pero tampoco nada más. No
    tiene una sana ambición de proyectarse dentro de su trabajo. 
    No hace planes, simplemente espera.
-  
- Le
    pregunté, “¿O sea que le dieron el trabajo a tu compañero por el simple
    hecho de ser más joven?” Y agregué, “de ser así, en eso te daría la
    razón.”
-  
- Su
    respuesta no se hizo esperar: “Bueno, no solamente por ser más joven. Él
    estudió español antes de aplicar para el cargo... y también tomó algunas
    clases de expresión oral. Pero igual, en los últimos diez años yo he
    dejado mi alma en esa institución.” Y siguió quejándose, “¡Diez años!”
    Como si yo no hubiese captado la primera vez la cantidad de tiempo que eso
    implicaba.
-  
- “O
    sea, tú lo que me quieres decir es que el hombre tomó riendas de su
    destino y... se ganó la lotería.” “No señor, ese ‘hijo de p...’
    me robó el ascenso que era mío en derecho propio. Yo me había
    preparado para ese ascenso.”
-  
- Asentí
    con la cabeza, ¡Inconcebible!
-  
- Continuamos
    nuestro paseo en lo que podríamos llamar un silencio tenso de veinte
    minutos.
-  
- En esta oportunidad fui
    yo quien  rompió el silencio.
    “Mira, el Karma es tan sencillo como lo siguiente, cualquier acción, por
    simple que ésta sea, que ejecutes o dejes de ejecutar tiene alguna clase de
    impacto sobre eventos futuros. No algún tipo de impacto mágico, 
    pero sí un verdadero impacto en términos de causa y efecto. Nunca
    podrás revertir algo que ya está hecho. Nunca podrás revertir un
    pensamiento que ya fue pensado, y nunca podrás revertir unas palabras que
    ya has pronunciado. Lo mismo aplica para las acciones que dejas de hacer,
    como el no capacitarte para estar preparado para un posible ascenso en tu
    compañía, más aún sabiendo que tendrías competencia. Entonces, ¿qué
    vas a hacer acerca de lo que ‘quieres desear’? ¿Cómo es que te la
    pasas a punta de quiero esto y quiero lo otro? 
    ¿Qué acciones constructivas tomas al respecto? ¿Qué acciones
    tomaste para hacer lo correcto o evitar pensar y hacer cosas que te alejarían
    de estar alerta y despierto a oportunidades en el futuro? Toda acción está
    basada en algún tipo de decisión. Quiero decir, “si lo piensas bien, aún
    una ‘no–acción’ es una acción, ¿correcto? O como dice Geddy Lee del
    grupo de rock Rush en la Canción Free Will (Libre Albedrío): “Si eliges
    no tomar una decisión, aun así has tomado una elección”.Cuando una
    respuesta no es automática, estás deliberadamente actuando cuando no haces
    nada, o cuando eliges actuar con un determinado propósito. Un propósito
    requiere de una motivación. Tienes que tener el deseo de deliberadamente
    tomar un curso de acción.
-  
- Caminamos
    en silencio un par de kilómetros más. Finalmente mi compañero se confesó...
    "siempre pensé en el karma como una especie de premio por vivir una ‘vida
    buena y correcta’, o un castigo en caso contrario".
-  
- “Bueno”,
    repliqué. “Pensaste que estabas viviendo correctamente al limitarte
    escasamente a hacer tu trabajo. Y ahora sientes como si te estuvieran
    castigando. Lo que realmente te pasa es que estás molesto por no haber
    estado lo suficientemente motivado como para capacitarte mejor. Estás
    furioso contigo mismo por haberte dispersado en otros intereses. Así es la
    cosa. Él estaba estudiando español mientras tu estabas dedicado a otros
    menesteres. Una de las cosas más lindas de ser un Budista Zen es que nos
    entrenamos para estar alerta a los posibles efectos de nuestras acciones o
    no-acciones. Nos mantenemos despiertos y tratamos de no actuar automáticamente,
    sin pensar. No hay a quien culpar o alabar por nuestras acciones o no
    acciones, excepto a nosotros mismos.”
-  
- Me
    dijo, “mencionaste ‘querer desear’.
    ¿Qué hace a una persona para ‘querer desear’ algo?"
-  
- Pensé
    en esto por un momento y contesté: “Cuando esa persona finalmente se da
    cuenta de que su vida y la Primera Noble Verdad se describen la una a la
    otra. La vida en el Samsara (el mundo del ego de Maya) es agria y dolorosa.
    Solo hasta que comprende esto puede pasar a la Segunda Noble Verdad: Que es
    su propia decisión... sus deseos que ha satisfecho... la causa de lo agrio
    y lo doloroso. Y entonces hay otra decisión que tiene que tomar: específicamente,
    buscar corregir la situación, encontrar refugio... paz, gozo, verdad y
    libertad. Esto lo hará siguiendo el Noble Camino Óctuplo."
-  
- Comenzó
    a nublarse así que volvimos a la cabecera del camino. No teníamos más que
    decir. Tal vez habíamos recibido lo que necesitábamos de nuestra caminata,
    y no era exclusivamente ejercicio físico. Mientras caminaba, comencé
    nuevamente a ponerme filosófico.  Pensaba para mí mismo, de pronto deberíamos profundizar en
    las concepciones erradas respecto al renacer.
-  
- Tal
    vez no, de pronto la próxima semana.  ¡Y
    esa será una caminata mucho más larga!
-  
-  
-  
- Nota:
    Pronto se publicará la traducción del artículo sobre el renacer
    que ya está publicado en inglés - 1o de agosto de 2004
    
    -  
    
    -  
-  
-