Lo Relativo y lo Absoluto
Relatos de la Vida Diaria
 
Rev. Yin Zhi Shakya
 
Por la Rev. Yin Zhi Shakya, OHY
Corrector: Zhèng chún (Fernando Valencia)
 
 
Relato #16
 
La Fe pdf
 
 
Las Tres Clases de Fe

Arjuna:

1. Dime, Oh Krishna, ¿cuál es la condición de aquéllos que no siguen los preceptos de las escrituras, mas realizan sus ofrendas con sincera y fervorosa fe? ¿Cuál es su condición: sáttvica, rajásica o tamásica (de luz, de fuego o de oscuridad)?

Krishna:

2. Entre los hombres mortales hay tres clases de fe, de acuerdo con su propia naturaleza, que son: de luz, de fuego o de oscuridad. Te explicaré esto.

3. La fe que tiene cada persona va siempre de acuerdo a su propia naturaleza; esta fe es lo que configura a cada hombre: según su fe, así es el hombre. - El Bhagavad Guita. Capítulo Decimoséptimo.

 
 
Cordillera Flat Iron, Boulder, Colorado - Foto por Yin Zhi ShakyaSentada en la silla de mi oficina frente a la computadora, hice un alto a mis tareas de consejería y traducción, y decidí meditar. Eran las diez y media de la mañana y mi corazón necesitaba un poco del pan de cada día. Era la víspera de la Navidad y sentí esa necesidad más que nunca.
 
Comencé por colocarme en una posición cómoda y soltando todos los pensamientos cerré los ojos y me liberé de la continua discusión propia de esta mente repetitiva. La paz me invadió. Después de un rato, no sé cuanto tiempo estuve sumergida en esa paz profunda, me surgió un pensamiento que traía consigo una pregunta tan iluminante que la tomé de inmediato y comencé a trabajar en ella. La pregunta que me surgió era 'qué es la fe' - y de inmediato me dije a mi misma: La fe es confianza, es certidumbre, convencimiento, convicción, creencia, esperanza y seguridad. Lo sabía muy bien porque para reafirmarme en mi propia fe, leo continuamente una definición que copié del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la cual uso como fondo de pantalla de mi computadora.
 
Seguí mi reflexión: Si hay fe, hay testimonio. Si hay fe, hay constancia, evidencia y prueba. Si hay fe, hay honradez, lealtad y rectitud.
 
Entonces, - me dije - ¿no es la fe de primordial importancia?
 
La fe es la certeza de la existencia de las cosas que no se ven a simple vista... y me acordé de la Biblia, Hebreos capítulo 11, versículo 1, que dice así: "La fe es la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven".
 
De nuevo, ¿no es la fe de primordial importancia en el recorrido del Camino?
Queriendo profundizar más en mis interrogantes, puse punto final a mi meditación y me puse a buscar lo que el Honorable del Mundo había dicho al respecto y me encontré con este pasaje que se los he traducido del Evangelio del Buda, su Vida y Enseñanza:
 
 
Caminando Sobre las Aguas

Al sur de Savatthi hay un gran río, sobre las márgenes del cual descansa una villa de quinientas casas. Pensando en la salvación de las personas, el Honorable del Mundo decidió ir a la villa y predicar la doctrina. Habiendo llegado a la orilla del río se sentó bajo un árbol. Los aldeanos viendo la gloria de su apariencia se acercaron a él con reverencia, pero cuando él comenzó a predicar, ellos no le creyeron.

Cuando el Honorable del Mundo, el Señor Buda, había dejado Savatthi, Sariputra sintió el deseo de ver al Señor y escuchar su prédica. Llegando al río, donde las aguas eran muy profundas y la corriente muy fuerte, se dijo a sí mismo - Esta corriente no me prevendrá. Cruzaré y veré al Bendito, y puso su pie sobre del agua, la cual estaba tan firme bajo sus pies como una baldosa de granito. Cuando llegó al lugar en el medio de la corriente donde las olas eran altas, el corazón de Sariputra se desalentó y comenzó a hundirse. Pero levantando su fe y renovando su esfuerzo mental procedió como antes y alcanzó la otra orilla.

Las personas de la villa estaban asombradas al ver a Sariputra, y todos le preguntaron cómo había podido cruzar la corriente donde no había ni siquiera un puente ni un ferry. Sariputra replicó - Yo vivía en la ignorancia hasta que escuché la voz del Buda. Como estaba ansioso de escuchar la doctrina de salvación, crucé el río y caminé sobre sus aguas tormentosas porque tengo fe. Sólo la fe me ha capacitado para hacer eso, y ahora estoy aquí en la bienaventuranza de la presencia del Maestro.

El Honorable del Mundo añadió - Sariputra, has hablado correctamente. Solamente una fe como la tuya puede salvar al mundo de la corriente abierta y tormentosa de la migración, y capacitar a los hombres para caminar hasta la otra orilla. Entonces, el Bendito apremió a los aldeanos a la necesidad de avanzar en la conquista del sufrimiento rompiendo los grilletes para poder cruzar el río de lo mundanal y efímero, y así lograr la liberación de la muerte. Oyendo las palabras del Tathagata, los aldeanos se llenaron del gozo y creyeron en la doctrina del Bendito, abrazando sus cinco preceptos y tomando refugio en su nombre.

 
Todos los grandes Bodhisattvas del mundo han hablado y han demostrado su fe, y entre ellos se encuentra Jesús; y continuando con la Biblia encontramos en San Mateo 14:22-36, San Marcos 6:45-56 y San Juan 6:14-21 el relato de como Jesús caminó sobre las aguas para el bien de sus discípulos y así confirmar y aumentar su fe; y se dice que todos creyeron y sanaron.
 
Así que volviendo otra vez a nuestra pregunta principal, ¿no es la fe de primordial importancia en el recorrido del Camino? La fe, como citamos anteriormente, es la certeza de la demostración de las cosas que no se ven... es la sustancia de las cosas que esperamos.
 
En todo momento, mantengamos vivo el fuego de la fe. Alimentémosle constantemente con la madera dura y perfumada de los ocho palitos de incienso del Camino Óctuplo. Rompamos los grilletes de nuestra esclavitud; no dejemos que la ignorancia nos mantenga en el continuo flujo y reflujo de nacimientos y muertes. Sigamos el camino de Sariputra y crucemos el río del oscurantismo, de lo mundanal y lo efímero, y así lograremos la liberación de la muerte y la conquista del sufrimiento y el dolor.
 
Yo no soy nadie, soy sólo una voz en el desierto, oscuro y frío de la ignorancia. Pero si como yo, sus voces potentes y silenciosas surgen y se levantan en la meditación para ayudar a todo ser viviente a ver y comprender, habremos logrado el primer paso del propósito de la vida.
 
Antes de emprender el camino es preciso prepararse muy bien y es necesario la instrucción moral, la concentración y el conocimiento. Es importante darnos cuenta de que el camino verdadero, aquel que cada uno de nosotros ha de recorrer por su propia cuenta, depende de que profundicemos en él y del conocimiento que tengamos de la orientación de la sabiduría del camino. Esa sabiduría debe ser adquirida en el contexto de la meditación individual y la introspección.
 
El fundamento de la doctrina Budista es la compasión. La compasión es el asiento del Dharma. Cuando avivamos nuestro corazón y desarrollamos una mente generosa y bondadosa, profundizamos nuestra comprensión y estimulamos el potencial compasivo que todos poseemos inherentemente.
 
Por lo tanto, es de vital importancia cultivar nuestra fe, o sea, la confianza, la certidumbre, el convencimiento, la convicción, la creencia, la esperanza y la seguridad de que en nuestro corazón se encuentra la respuesta a todos nuestros interrogantes; y que a través del corazón, con su dadivosa compasión, podemos hacer la diferencia en nosotros mismos y en todos los seres vivientes.
 
Y para terminar, los dejo con una estrofa de una antigua oración que nuestra amiga Maritza Libaque Esaine nos ha enviado y un pequeño cuento que hemos sacado de nuestros viejos archivos, enviado por un viejo amigo, Estebaldo de Venezuela, el martes 7 de marzo del 2000.
 
Querida Hortensia: Aquí te envío una porción de una antigua oración de Fe, la aprendí de una tía monjita cuando era aún niña, aquí va:
 
Dame Señor, la Fe que no razona y que en todo Te ve,
esclarece los ojos de mi alma, dame Vida de Fe.
Yo no entiendo él por qué de muchas cosas, pero confío en Ti.
Cuando Tú lo permites y dispones, me convendrán así...
 
 
Archivo del martes 7 de marzo del 2000
Nuestro amigo Estebaldo nos ha enviado un bello cuento:
 
Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad, el verdadero autor era una persona muy influyente del reino, y por eso, desde el primer momento se procuro un "chivo expiatorio", para encubrir al culpable.
 
El hombre fue llevado a juicio ya conociendo que tendría escasas o nulas esperanzas de escapar al terrible veredicto: ¡La horca! El juez, también comprado, cuidó no obstante, de dar todo el aspecto de un juicio justo, por ello dijo al acusado: "Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de Él tu destino: Vamos a escribir en dos papeles separados las palabras 'culpable' e 'inocente'. Tu escogerás y será la mano de Dios la que decida tu destino".
 
Por supuesto, el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: 'CULPABLE'. Y la pobre victima, aun sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era una trampa. No había escapatoria. El juez ordenó al hombre tomar uno de los papeles doblados.
 
Este respiro profundamente, quedo en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados, y cuando la sala comenzaba ya a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa, tomo uno de los papeles y llevándolo a su boca, lo engullo rápidamente. Sorprendidos e indignados, los presentes le reprocharon,  "Pero, ¿qué hizo?, y ahora... ¿Cómo vamos a saber el veredicto?"  "Es muy sencillo”, respondió el hombre. “Es cuestión de leer el papel que queda, y sabremos lo que decía el que me trague". Con un gran coraje disimulado, tuvieron que liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo...
 
Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejemos de buscar la salida, ni de luchar hasta el último momento. Muchas veces creemos que los problemas no tienen solución y nos resignamos a perder y no luchar, olvidando aquellas palabras de: "Lo que es imposible para el ser humano, es posible para Dios".
 

Y Jesucristo dijo: "Por lo tanto os digo: No os congojéis por vuestra vida, qué habéis de comer, o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir: ¿no es la vida más que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mateo 6:25 

 
 
 
Rev. Yin Zhi Shakya, OHY
Miércoles, 25 de diciembre de 2002
 
 
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